Así era la vida de “El Chapo” cuando se escondía en las montañas de Sinaloa

Un nuevo testigo en el juicio que se sigue en EE UU a Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, el abogado colombiano Germán Rosero, dio detalles sobre las reuniones que mantuvo con el fundador del Cártel de Sinaloa entre 2003 y 2006 mientras se encontraba prófugo de la justicia.

Rosero es el cuarto testigo que la fiscalía presenta en el juicio por 11 cargos que se sigue en contra del capo mexicano, para el que se busca una condena de cadena perpetua.

Los otros tres testigos fueron Jesús “El Rey” Zambada, jefe de plaza del cártel en Ciudad de México, Miguel Ángel Martínez quien fuera su piloto durante una década y el narco colombiano Juan Carlos Ramírez Abadía “Chupeta”.

Todos han detallado los millonarios sobornos que entregaba la organización delictiva a autoridades mexicanas de distintos niveles a quienes podía llegar a pagar hasta USD 10 millones, como el caso de Guillermo González Calderoni, un ex funcionario de la Fiscalía Federal en México que murió en EEUU luego de ser atacado a tiros.

Germán Rosero era el enlace del cártel colombiano del Valle del Norte y el dirigido por Guzmán Loera, explicó en su segundo día de testimonio ante la sala presidida por el juez Brian Cogan, ante quien narró la mecánica que se seguía durante los encuentros que sostenía con el mexicano en las montañas.

Durante los años en que estuvo prófugo, Guzmán Loera se ocultaba en las montañas de los estados de Sinaloa y Durango, a las que por su geografía es difícil el acceso.

Para poder llegar hasta “El Chapo” primero era necesario hablar con un facilitador que pusiera a la persona en contacto con el capo, según describió la agencia EFE.

Después era llevado a un hotel donde lo recogían y lo llevaban a un avión que lo trasladaba a las montañas. Las aeronaves llegaban a pistas de tierra con inclinaciones especiales que facilitaban la aceleración y desaceleración de las aeronaves.

El testigo narró que Guzmán Loera acudía a estos eventos con un arma AK-47 bañada en oro y con incrustaciones en piedras preciosas.

Anteriormente la fiscalía había presentado imágenes de una pistola con diamantes incrustados con las letras JGL que pertenecería al capo.

El abogado explicó que en 2003 actuó como intermediario en el traslado entre Colombia y México de envíos por un total de entre 10 y 12 toneladas de cocaína, lo que suponía unos 80 o 90 millones de dólares americanos.

El gran “éxito” de estos envíos de cocaína favoreció que en 2004 se pusieran en marcha varios cargamentos de hasta 12.500 kilos cada uno.

La sesión sigue con el interrogatorio de la defensa y Rosero explicará su implicación en el negocio hasta que lo abandonó en diciembre de 2006.

Fuente: INFOBAE


Source: Crealo