Guillermo Ochoa, entre la medianía y la brillantez

Luis Felipe Scolari lanzó un dardo en 2014: “No me gustó el portero de México”.

Después del comentario sarcástico, el técnico brasileño llenó de elogios a Guillermo Ochoa (Guadalajara, Jalisco, 1985), el responsable del cero en el arco mexicano contra Brasil en ese empate mundialista, el partido de su vida, por el que esperó poco más de dos mundiales para defender la portería del Tricolor en el torneo más importante del orbe.

Fan del danés Peter SchmeichelOchoa tuvo un proceso precoz bajo los tres palos: debutó con el América a los 18 años, con la Selección a los 20 y asistió a su primer Mundial a pocos días de cumplir 21. Un golpe duro llegó a los 22, cuando junto al equipo sub 23 de México quedó fuera en la eliminatoria para asistir a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.

Desde que el holandés Leo Benhaker le dio la responsabilidad de defender el arco azulcrema, el espigado portero se distinguió por su personalidad, descaro, reflejos y su cabellera ensortijada y rebelde. Esa fórmula, más su carisma, lo pusieron como el heredero al puesto que ocuparon históricos como Antonio Carbajal, Jorge Campos y Oswaldo Sánchez. Con este último compartió vestuario en su primer Mundial, Alemania 2006, al que asistió sin ver minutos como tercer portero, detrás también de Jesús Corona, su competidor directo por el arco en tiempos posteriores.

Su constancia y crecimiento lo volvieron a poner en una Copa del Mundo, en la que él y la opinión pública lo veían titular, pero vino otro desencanto: pese a jugar todos los partidos de la eliminatoria durante el proceso de Javier Aguirre, al final fue relegado a la banca ante el polémico llamado del experimentado Óscar Pérez.

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Pese a ello vinieron rumores que colocaron a Ochoa en el futbol europeo. Nada se concretó. Las negociaciones se cayeron y tuvo que esperar un año para ser el primer portero mexicano en jugar con un equipo de Europa. La ensalzada figura del canterano americanista contrastó con la falta de renombre de su nuevo equipo, un desconocido club francés: el Ajaccio.

Ibrahimovic, Cavani, Gignac, entre otros, foguearon a Ochoa en la Liga de Francia, en la que cada partido parecía más una práctica de tiro rival. Fue principal artífice de evitar el descenso en sus dos primeros años. Al tercero, no resistió.

Con los guantes desgastados, pero con un nivel alto, llegó al Mundial de Brasil 2014 después de una eliminatoria sacada de una película de horror, con el descenso del Ajaccio a cuestas, con la incertidumbre de saber si ahora sí llegaría su oportunidad, sí sería titular, si debutaría en una Copa del Mundo.

Jesús Corona y Alfredo Talavera fueron su competencia, de Miguel Herrerafue la decisión.  Ochoa se convirtió en el elegido para ser el guardián azteca. “La playera de México es muy pesada porque hay todo un pueblo que tiene sus esperanzas puestas en ti. En mi país el futbol es casi una religión. Hay presión, historia y ambición”, dijo al diario francés Le Parisien meses antes del debut de México contra Camerún en tierras amazónicas.

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La cábala y lo esotérico no funcionan en Ochoa. Portó el dorsal ‘13’ ese viernes 13 de 2014. La lluvia enmarcó su debut mundialista con México ante los Leones Indomables, a los que pudieron desdibujar el sobrenombre a un equipo liderado por Samuel Eto’o con el 1-0 final. “¡Y nací el 13 de julio!”, pinceló el guardameta para atajar la numerología.

Es como un postre, como aquello que amas por encima de todo y esperas impacientemente”, así calificó el guardameta la experiencia de representar a México en sus primeras apariciones. Pero el orden fue alterado. No había probado el plato fuerte.

Ese partido contra Brasil lo visualizó años antes. Aunque en otras instancias, el rival fue el mismo al que soñó, así como el papel protagónico que ocuparon él, sus guantes y sus reflejos. “Mi sueño es una final contra Brasil, que nos vayamos a penales y yo detenga el último… No, mejor aún, que vayamos ganando 1-0 y que yo pare el penal en el último minuto”, dijo entre risas en una entrevista con FIFA en 2008. Seis años después, tendría una cercano Deja Vu.

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Neymar dos veces, Paulinho a quemarropa, Thiago Silva a centímetros de la línea de gol. La postura del portero mexicano, sacando la lengua, con las manos en la cadera, afirmando con la cabeza, mostraron el cansancio y la satisfacción ante un apedreo al que se acostumbró en su club. Era su noche, lo sabía, y la trabajo desde la primera media hora de ese partido que ya se le había antojado.

La estampa la compararon con la del británico Gordon Banks al frustrar el gol de Pelé en México 70’. Centro desde la derecha que remató el ‘10’ de Brasil con la testa, pegado al poste. El inglés hizo lo imposible: llegar. En el estadio Castelao no cabeceó O’Rei, lo hizo Neymar; el del lance, el que opacó a los locales, del que todos hablaron, fue Guillermo Ochoa.

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A nada se quedó de ser el mejor portero de esa Copa del Mundo en la que se ganó el lugar en el recuerdo. Pero fue eso mismo lo que detonó críticas, otra vez, por no hacer valer su peso y militar en tres clubes de bajo perfil en temporadas siguientes: Málaga -al que llegó como suplente-, Granada -con el que descendió- y Standard de Lieja -con el que acaba de clasificarse a la próxima Champions League-.

Marcas como ser el portero extranjero más goleado en la Liga españolaequilibran la carrera de Ochoa, que posiblemente necesitó esos recordatorios para no perder el piso mas que para volar en busca del balón, ante los riesgos de ser estrella, de surgir en un equipo grande, de las loas que inflan el ego.

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El lugar lo tiene seguro en la próxima Copa del Mundo. A reserva de algo extraordinario, Juan Carlos Osorio echará mano de la “jerarquia, experiencia” que destacó del guardameta. “Creo que en el último año se convirtió en un muy buen líder para todos”, dijo el seleccionador nacional sobre su jugador.

Después de ese partido contra Brasil el Mundial pasado, el portero mexicano aterrizó: “A veces nos toca destacar a algunos y a veces a otro. ¡Claro que me gustaría tener menos trabajo!”.

En ese sentido, malas noticias para Ochoa: el Tricolor abre contra Alemania en Rusia 2018.

Fuente: Excélsior


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