“Estaba harta de ver cómo engañaban a las personas con cáncer”. Begoña Barragán, presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (Gepac) es tajante. Cuando se recibe el diagnóstico de una de estas enfermedades, lo que menos se necesita es interferencias, falsos consejos y, mucho menos, timadores. Con esa idea la asociación ha publicado Mitos y pseudoterapias, un compendio en el que analiza 28 pseudoterapias (al menos en lo que se refiere al cáncer) y hasta 78 mitos (esa supuesta sabiduría popular que, con más o buenos buena intención, todos los afectados oyen alguna vez y que no tiene base científica alguna).
“Para los mitos nos basamos en nuestro conocimiento, porque son cosas que se oyen en la calle. Para las pseudoterapias hemos buscado a expertos de la Asociación para Proteger al Paciente de Terapias Pseudocientíficas, de la que soy miembro a título individual”, explica Barragán. “Por eso esa parte está referenciada, con citas que avalan cada una de las informaciones”, añade.
La relación parece exhaustiva: desde la homeopatía a la acupuntura, del reiki a la naturopatía, con inclusiones llamativas como el psicoanálisis –”una aproximación filosófica al estudio de la mente humana que nunca se ha comportado como un programa de investigación científica”, cita Ángelo Fasce, filósofo de la Ciencia, máster en Neurociencia Básica y Aplicada–, la osteopatía o la programación neurolingüística, entre otros.
En la mayoría de ellas, la conclusión es que no han demostrado ser de ninguna ayuda. En alguna otra, como la terapia neural, se recogen posibles daños. Pero hasta las más inocuas aparentemente tienen sus riesgos. “El otro día vino a la asociación un hombre con un cáncer de pulmón que había ido a un acupuntor y había salido con una sepsis generalizada”, cuenta Barragán. “Traía una bolsa llena de hierbas y otros productos, muchos de ellos muy caros”, afirma.
La presidenta de Gepac insiste en dos tipos de terapias: las dietas anticáncer –”no por peligrosas, sino porque son una moda sin sentido”– y las de tipo neurológico, como la de bioemoción, que afirman que el cáncer es una manifestación de desequilibrios del paciente. “Encima, resulta que tenemos la culpa de estar malos”, se irrita Barragán.
Además de este repaso a pseudoterapias, el libro recoge muchas frases hechas que no tienen fundamento. En línea con el aspecto mental que preocupa a Barragán, están el de que “tener una depresión aumenta el riesgo de tener cáncer” y que “una actitud positiva o negativa determina el riesgo de cáncer o las posibilidades de curación”, por ejemplo.
“Y la lista suma y sigue. Ahora se ha recuperado el antiguo Bio-bac, llamándolo Renoven”, sin más aval que el que le dan los propios fabricantes, dice Barragán. Se trata de un falso medicamento prohibido en 2003. “Las pseudoterapias salen como setas”, asegura, y por eso ya están preparando una segunda edición del libro.
Fuente: El País