Corea del Sur quiere relajar las tensiones con sus vecinos de Corea del Norte. Lo demuestra la simbólica decisión de desmantelar los altavoces gigantes que había instalado hace unos meses y que servían para un propósito insólito: «bombardear» a Corea del Norte con K-pop a todo volumen. ¿Servirá ese gesto de algo?
El conflicto coreano. La división de Corea que EEUU y Rusia definieron tras la Segunda Guerra Mundial provocó el inicio del conflicto coreano, que sigue vigente desde 1948, cuando ambos países crearon gobiernos separados. Esa división acabó provocando la Guerra de Corea (1950-1953) en la que ambos países salieron perdiendo y que desató una división definitiva entre Corea del Norte y Corea del Sur. Desde entonces, sobre todo, tensión. Mucha tensión.
Represalias constantes. La relación entre ambos países comenzó a volverse más problemática cuando el verano pasado Corea del Sur recibió una lluvia de globos cargados de basura. Este país no se quedó quieto, y respondió enviando drones propagandísticos que a su vez generaron dos represalias muy distintas.
Del ruido al K-pop. Primero, Corea del Norte calificó a su vecina como un «estado hostil» en su constitución. Y segundo, «bombardeando» a Corea del Sur con ruidos insoportables durante 24 horas en las zonas fronterizas. Aunque este tipo de medidas parecen insólitas, en realidad son una especie de ataque psicológico que se lleva usando desde la citada Guerra de Corea. Sea como fuere, Corea del Sur respondió de nuevo con una variante creativa: instaló altavoces gigantes en su frontera con Corea del Norte y comenzó a poner canciones de K-pop a todo volumen.
Bandera blanca. Pero en junio, en un giro repentino de los acontecimientos, Corea del Sur decidió apagar los altavoces de propaganda que transmitían tanto esas canciones como noticias y mensajes ideológicos. La decisión fue tomada por el nuevo presidente surcoreano, Lee Jae-myung, que desde su toma de posesión del cargo ha mostrado un perfil mucho más apaciguador que su predecesor, un batallador Yoon Suk Yeol que no tenía problema en que la tensión subiera de nivel en el conflicto coreano.
Corea del Norte se suma al gesto. En su primer discurso público Lee dejó claro que pretendía iniciar un diálogo con su archienemigo, Corea del Norte, para llevar la paz a la península coreana. Apagar los altavoces fue además un gesto que —sorprendentemente— tuvo respuesta inmediata: Corea del Norte también dejó de emitir ruidos estridentes en los altavoces fronterizos que había puesto en marcha meses atrás. Los activistas de ambos países, eso sí, mantuvieron la tensión. Mientras que los del sur enviaron globos cargados de panfletos críticos hacia Pyongyang, desde el norte replicaron con globos llenos de colillas y basura. El presidente Lee ya ha pedido que dejen de avivar la tensión con esos envíos de propaganda.
Desmontando los altavoces. Tras esa «tregua sonora», Corea del Sur ha dado un nuevo paso, y se han comenzado a desmontar los altavoces gigantes que fueron instalados para emitir música K-pop a todo volumen. Lee Kyung-ho, portavoz del ministerio de defensa surcoreano, explicó que esa era una «medida práctica que puede ayudar a suavizar las tensiones intercoreanas sin afectar la postura preparatoria militar».
Corea del Norte sigue en sus trece. A pesar de este gesto, en Pyongyang no parecen tener intención de acercar posiciones. Kim Yo Jong, hermana del líder coreano, indicó la semana pasada que «la confianza ciega» de Seúl en su alianza con EEUU hacían que para Corea del Norte la nueva administración no fuera diferente de la de su predecesor. Corea del Norte parece estar especialmente preocupada por afianzar su relación con Rusia, con la que está colaborando en la Guerra de Ucrania, y no tiene prisa por suavizar las relaciones con Corea del Sur.
Y Corea del Sur, por su acaso, avisa. Aunque la medida es un claro símbolo de la intención de Lee de relajar la tensión, el presidente surcoreano destacó que «el ejército mantiene un constante alto nivel de preparación». O lo que es lo mismo: rezan para lo mejor, pero están preparados para lo peor.
Restaurar la confianza. El ministro de unificación de Corea del Sur, Chung Dong-young, explicó que no se habían movimientos similares al otro lado de la frontera, pero para ellos este era «el paso adecuado». Además, añadió, «En última instancia, la cuestión clave entre las dos Coreas en este momento es restaurar la confianza, que se ha perdido por completo. Considero que esto es un paso hacia la reconstrucción de esa confianza.
Source: Crealo