Un equipo científico descubrió que nuestro cuerpo puede monitorear el paso de las estaciones del año gracias a un “calendario químico” interno, publicó La Opinión. Los investigadores identificaron una agrupación de unas 17.000 células que pueden vivir en modo de “verano” o modo de “invierno”.
Este grupo de “células-calendario” vive en la glándula pituitaria, una compleja glándula endocrina situada en la base del cráneo que segrega hormonas que controlan distintos procesos en nuestro cuerpo.
Según los científicos, estas células tienen una suerte de sistema binario con el que pueden funcionar en uno de dos estados: pueden producir químicos “de invierno” o químicos “de verano”.
Lo que no está claro es cómo sabe el cuerpo que es primavera u otoño.
Y la proporción de “células-calendario” en cada uno de esos modos va cambiando a lo largo del año, marcando así el paso del tiempo.
Sin embargo, los especialistas no tienen claro cómo el cuerpo sabe si es primavera u otoño cuando algunas células-calendario están en modo invierno y otras en modo verano.
Preparándonos para la gripe
El reloj anual se conoce como el ritmo circanual y es la versión más a largo plazo del ritmo circadiano o reloj biológico diario, que nos mantiene despiertos y dormidos en el momento apropiado del día.
Nuestras células podrían estar avisando a nuestro cuerpo de que se prepare para los virus del invierno, como la gripe.
En el reino animal, el ritmo circanual regula factores como cuándo se aparean las distintas especies, cuándo emigran o cuándo hibernan.
También explica, por ejemplo, fenómenos como por qué los corderos nacen en primavera.
En el caso del ser humano, aunque no haya temporada de apareamiento, hay indicios de que sí estamos influenciados por las distintas estaciones del año.
El ritmo circanual puede estar relacionado con alteraciones en nuestro sistema inmunológico.
A principios de este año, otro estudio de la Universidad de Cambridge publicado en la revista Nature Communications mostró que los genes involucrados en el sistema inmunológico se vuelven más activos cuando hace frío.
Según los autores, eso podría ayudar en la lucha contra los virus característicos del invierno, como la gripe, aunque puede empeorar otras condiciones como la artritis.
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