Anastasia Lechtchenko Masney declaró ser la responsable del homicidio de su madre y de su hermana de 12 años, cuyos cuerpos decapitó, desmembró y sacó el corazón a una y los ojos a otra, para tirarlos por el inodoro, ya que ambas eran brujas.
En su declaración ante agentes de la Unidad de Homicidios Dolosos de la Procuraduría de Justicia del Estado, la joven de 19 años confesó que a su madre, Yuliya Masney Safonchik, de 45 años de edad, la ultimó ahorcándola y apuñalándola con un cuchillo de cocina, así lo informó la Agencia EFE.
Apenas en febrero, Anastasia Lechtchenko Masney había escapado de su casa, por lo que el Centro de Apoyo de Personales Extraviadas y Ausentes (CAPEA), emitió una pesquisa para localizarla.
Posteriormente, la joven fue localizada en Sinaloa, a donde llegó por su cuenta propia, según asentó su propia madre en el perfil de Facebook de Anastasia:
La noche del miércoles, la Policía Municipal atendió el llamado de algunos ciudadanos que reportaron olores fétidos en la avenida Paseo Ensenada, de Playas de Tijuana, tras lo cual acudieron agentes de la Policía Ministerial.
“Reportan olores fétidos de un domicilio en la avenida Ensenada, acude la Policía Ministerial, confirma estos olores característicos de cuerpos descompuestos. Ingresan al domicilio y encuentran dos cuerpos” que con trabajos fueron identificados como los de Yuliya y Valeria Lechtchenko Masney, informó José María González, titular de la Subprocuraduría Contra la Delincuencia Organizada.
Aunque no se precisó una fecha para la comisión del crimen,vecinos de la mujer y de sus hijas reportaron haber dejado de verlas desde el pasado domingo 7 de junio, la fecha del proceso electoral federal.
De acuerdo al reporte de los agentes a cargo del hallazgo, los cadáveres estaban descuartizados y metidos en bolsas plásticas en la zona del garaje de la casa 2311 de la avenida Paseo Ensenada en la sección Jardines del Sol, en el fraccionamiento Playas de Tijuana.
Las primeras investigaciones apuntaron hacia la joven Anastasia ya que las cerraduras de la casa no estaban forzadas, y ella presentaba una conducta irregular.
Su padre, Igor Lechtchenko, un entrenador de gimnastas en la Universidad Autónoma de Baja California, llegó al lugar del crimen la noche del descubrimiento, tras ser notificado por las autoridades.