Pocas cosas tenemos tan seguras en la vida como el hecho de que nos vamos a equivocar en prácticamente todo para entonces aprender lecciones que nos marcarán y moldearán día a día.
Esos errores visibles y los que más nos pesan son los que cometemos en el amor. No es que se trate de ir de boca en boca conociendo distintos paraísos, pero sí, cada una de las relaciones que entablamos nos ayudan a no cometer los mismos tropiezos aunque sin quedar exentos de cometer nuevos.
Los hombres siempre se quejarán de las mujeres y nosotras de ellos. Algunos dirán que los problemas entre género se tratan exclusivamente de ideas sexistas, pero no, los problemas a los que nos enfrentamos a la hora de entablar una relación seria con el sexo opuesto van más allá de nuestro entendimiento.
Hay cosas que existen en el mundo femenino que ni siquiera las mujeres sabemos responder, como el por qué vamos juntas al baño o por qué la mejor amiga de nuestro novio siempre nos caerá mal, lo neguemos o no. Entre toda esa maraña de dudas y defectos están los siguientes puntos, ésos que nos impiden ser completamente felices cuando encontramos una media naranja.
Demandar atención excesiva
A veces nos cuesta trabajo —por alguna razón inexplicable— entender que el que no nos escriban todo el tiempo y nos digan cuánto nos quieren no significa que no sea así.
Celos absurdos
Mucho del origen de los celos es que creemos que lo podemos poseer todo, incluso a las personas, de ahí los términos “mi novio”, “el amor de mi vida”… “mi, mi, mi…”, sin pensar que quien es infiel lo será siempre aunque se le “cuide” 24/7. Si dejamos la idea de la posesión de lado, la vida tendría menos arrebatos de locura sin fundamentos.
Hacer berrinches infantiles
Esto se resuelve preferentemente con el paso de los años, justo cuando se llega a ese momento en la vida en el que comprendes que conseguirás más de lo que quieres si hablas de frente y sin rodeos. De poco sirve ponerte intransigente para “presionar” a la otra persona para que acceda a tus peticiones, ese comportamiento alejará a casi cualquier persona que no sean tus padres.
Intentar controlarlo todo
Dentro de ese paquete de aceptación que incluye la adultez, va incluido el hecho de querer dejar de tener el control de todo porque es humanamente imposible y porque una vez dado ese paso, dejarás de tener dolores de cabeza y episodios de ansiedad cuando por alguna razón no sepas qué es lo que está sucediendo con la otra persona. Deja que todo fluya porque las soluciones no siempre las puedes poner tú.
Creer que siempre tiene la razón
Simplemente nadie, nunca, jamás tendrá la verdad absoluta sobre lo que sea, así que ¿por qué insistir cuando cediendo puedes ganar más?
Dejar de lado la individualidad
El tener una pareja no implica que tengas que dejar de lado los tiempos para estar a solas contigo, con tus amigos y para que escondas tu personalidad. Si alguien quiere estar contigo es por quién y cómo eres, no para mimetizarse con su otra mitad.
Creer que el sexo es un premio
Hay una especie de mujeres que piensa que el sexo es un premio para su pareja, cuando no debería ser de esa forma. El sexo es un complemento de todo lo que comparten y una forma de acercarse y conocerse más —literalmente—. ¿Por qué algo tan placentero tendría que dosificarse como un recurso en peligro de extinción?
Presionarse por verse perfectas
El ser humano es imperfecto por naturaleza y eso es lo que nos hace una especie hermosa, por el simple hecho de disfrutar en otro lo que nosotros no tenemos. Miles de medios, industrias e ideas pueden vendernos la idea de perfección, pero nadie ha conocido lo que realmente significa, así que la presión por encontrarla conlleva más sufrimiento que gozo.
Tratar de tener una relación impecable
La simple idea de tener una relación modelo da flojera. Una pareja sana se compone de la prueba y el error, de las discusiones, de las reconciliaciones y de los defectos que la hacen única e irrepetible. Si no buscas ser mejor al lado de otra persona para aprender cosas que jamás imaginaste, entonces no estás con la persona indicada.
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Pensar que los príncipes azules existen
Desgraciadamente esa idea con la que miles de mujeres hemos crecido, tal parece que seguirá retoñando en generaciones venideras gracias a películas o libros. Lo mejor de “desilusionarnos” de esa forma es que tendremos muchas oportunidades para comprobar que el amor es hermoso cuando no sigue patrones y no tiene expectativas inalcanzables.
Información de Culturacolectiva.com