James Minor se acercó hasta el restaurante “Bojangles” para comprar una pieza de pollo, pero se encontró con una sorpresa agridulce.
Al parecer, según cuenta el hombre, le dieron su pollo, pero estaba frío, con lo que se devolvió al restaurante para reclamar y que le dieran otra pieza que estuviera caliente.
Fue en esta segunda ocasión que James se dio cuenta que lo que le pusieron en la bolsa para llevar no era un pollo sino fajos de billetes por un valor de $US4,500 y cheques de depósito bancario.
El buen samaritano de James tomó la iniciativa de devolver el dinero y lo que recibió a cambio de de todo menos gratitud.
Al parecer, según él, los empleados lo trataron de forma grosera y desconfiada por haberse llevado el dinero, pero la compañía de comida ya ha dicho que su acto se verá recompensado de forma económica pronto.
AGENCIAS