La vida de las personas albinas de Tanzania corre un peligro constante debido a los estremecedores rituales de brujería que se realizan en el país. El fotógrafo francés Eric Lafforgue viajó a este Estado africano para escuchar de primera mano las historias reales de las víctimas de estos ataques, publicó la agencia RT Noticias.
Los albinos en Tanzania valen más que el oro. Por este motivo, al menos 76 de estas personas fueron asesinadas en el país desde el año 2000 pero, si se suman los casos no registrados, la cifra puede ser mucho mayor.
El motivo es que los curanderos de este Estado africano usan partes de sus cuerpos —como nariz, dedos, lenguas, manos o genitales— para preparar las sustancias que, supuestamente, traen suerte en diferentes ámbitos de la vida, como los negocios o la política.
Las autoridades del país tratan de combatir la brujería y poner fin a la persecución contra los albinos. Sin embargo, la tarea es bastante difícil porque los cadáveres o algunas partes del cuerpo de estas víctimas se venden por cantidades que van desde 500 hasta 75.000 dólares estadounidenses, mientras que el salario medio mensual en el país no alcanza los 40 dólares.
Eric Lafforgue visitó la ONG Under The Same Sun (Bajo el mismo sol, en español), que trata de ayudar a los jovenes albinos de Tanzania y defenderles de la dura discriminación que sufren en su país. Tras su experiencia, el fotógrafo compartió las escalofriantes historias en su página web.
Uno de los casos más horribles es el de Bakara Cosmas, “un chico de seis años que siempre sonreía”. 17 sospechosos, incluidos su padre y su hermano menor, fueron detenidos y acusados de cortarle la mano y venderla por 5.000 dólares. Pendo Serengema, una chica de 16 años, tuvo una experiencia similar: tres personas entraron en su casa y le cortaron la mano.
Casi todas las víctimas viven en zonas rurales. A Emmanuel Festo, de 14 años, le gusta dibujar, pero no le resulta fácil porque le cortaron un brazo con un machete; sin embargo, “es un artista con mucho talento”, asegura Lafforgue. Durante la agresión también le mutilaron parte de la lengua y perdió varios dientes, por lo que tiene dificultades para hablar. A pesar de todo, Emmanuel asegura que quiere “ser primer ministro y servir a mi país”.
Estos son solo algunos de los numerosos casos de violencia que sufren los albinos por su aspecto físico. A pesar de que las autoridades de Tanzania penalizaron la brujería y tratan de resolver el problema, gran parte de su sociedad todavía no acepta a estas personas.
“Escuché como mi padre le decía a mi madre: ‘No es un ser humano. Es como un perro. Mantenla en su habitación, no le permitas ir a la escuela. ¿Qué va a hacer con su futuro? No tiene nada en la cabeza'”, relata Kabula, otra de las víctimas, quien confiesa que su sueño es “ser abogada, para proteger a los albinos que fueron agredidos y a los que están en peligro”.