El consumo de este animal se remonta al periodo de la dinastía Zhou, que se situó en el noreste del país, entre el año 1050 a.C y 256 a.C. Entonces, así como es ancestral la amistad entre el hombre y el perro, también lo es el consumo de su carne.
Pero no en todas las regiones del país se consume carne canina. El perro, como plato fuerte, es tradicional del sur, en especial en Cantón. En el norte del país hay un dicho que dice: “los cantoneses se comen cualquier cosa que tenga cuatro patas, excepto las sillas y las mesas”. Esto le hace honor a la reputación que se han ganado en el país por comer animales exóticos.
Inclusive, en la ciudad de Yulin, al sur de la provincia de Guangxi, al sudeste del país, se realiza el Festival de Carne de Perro para celebrar el solsticio de verano. En este evento, que genera asperezas entre los comensales y los manifestantes por los derechos de los animales, se sacrifican 10.000 animales, y el kilo de carne cuesta 35 yuanes, es decir, 6 dólares estadounidenses.
Una de las preparaciones más populares es el perro rostizado. De la misma forma que se hace con el pato, el pollo y el cuy de los Andes peruanos, el animal se empala y se da vuelta sobre el fuego mientras se va cocinando hasta quedar crocante.
El gobierno ha implementado medidas para detener el consumo de este animal desde antes de las Olimpiadas del 2008 en Beijing. Con esto se busca promover una imagen más amable para los occidentales. Una de las consecuencias de esta corriente fue un proyecto de ley en el 2010 que multaba con 4.500 yuanes (730 dólares) y 15 días de detención a quienes consumieran o comercializaran dicho alimento. A pesar de esto, el consumo de carne canina sigue ocurriendo.
Lo que sí es un mito, es que los chinos se comen a sus mascotas.
Agencias