Si la pregunta es dónde está buscando Rusia soldados para la guerra, la respuesta ha cambiado: en todas partes

En noviembre varios datos ofrecían una turbia paradoja de la guerra en Ucrania. En muchas áreas rurales rusas, la muerte de sus soldados en combate (y el ingreso que reciben las familias) hacía que los fallecidos tuvieran un valor económico que superaba a las personas trabajando en vida. Estos días han salido nuevos datos de bajas en 2024, y Rusia ha tomado una decisión: eliminar las reglas para reclutar.

Balance del conflicto en 2024. Según contaba el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), Rusia avanzó aproximadamente 4.168 kilómetros cuadrados en Ucrania durante 2024. Este progreso territorial se logró a un coste extraordinario: 427.000 soldados rusos muertos o heridos según estimaciones, una cifra que subraya la brutalidad del conflicto.

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Buscar soldados en medio de una guerra. El dato de muertos recuerda otro de los problemas en clave rusa desde el inicio de la invasión a Ucrania: mantener la cantidad de soldados necesarios en el frente. De hecho, la pérdida de tropas experimentadas al principio del conflicto y el elevado índice de bajas han llevado al Kremlin a implementar estrategias drásticas y controversiales para llenar sus filas.

Como explicaba el New York Times, en un intento por mantener la presión sobre Ucrania, Rusia ha ampliado significativamente su base de reclutamiento, involucrando a todo aquel que quiera hacerlo, desde convictos hasta sospechosos de delitos, deudores, inmigrantes o funcionarios corruptos. Este enfoque refleja una combinación de desesperación y pragmatismo, pero también, qué duda cabe, ha generado preocupaciones éticas y sociales de largo alcance.

Delitos perdonados a cambio de armas. Inicialmente, el reclutamiento de convictos comenzó en 2022 con prisioneros ya condenados en colonias penales. Sin embargo, con la llegada de las nuevas leyes firmadas por el presidente Vladimir Putin, se ha permitido que el proceso de alistamiento comience incluso antes de que un caso penal sea juzgado.

Ahora, cualquier persona acusada de un delito puede optar por un contrato militar para evitar un juicio o una condena. Hay ejemplos y casos como el de dos hombres arrestados en San Petersburgo por intentar traficar 200 kilos de cocaína que ilustran esta práctica: los cargos fueron retirados cuando ambos firmaron como soldados en una unidad de asalto. Además, los medios locales han reportado múltiples historias de presuntos asesinos, violadores y ladrones que han cambiado la prisión por el campo de batalla.

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Impacto económico como motor. Además, la amnistía no es el único incentivo. Desde diciembre, la nueva ley permite perdonar deudas de hasta 10 millones de rublos (casi 100.000 dólares) a deudores que acepten unirse al ejército. Esto incluye a hombres con atrasos significativos en pagos de pensión alimenticia.

En la otra acera, para las autoridades el enfoque no solo ayuda a llenar las filas, sino que también representa un ahorro considerable en comparación con los costosos bonos ofrecidos a los voluntarios civiles.

Inmigrantes al frente. Contaba el medio estadounidense que otra fuente de soldados son los inmigrantes recién naturalizados, quienes son blanco de redadas en mercados, estaciones y almacenes. Muchos son llevados a oficinas de reclutamiento y enfrentan la amenaza de perder su ciudadanía si no se registran para el servicio militar.

A este respecto, en regiones como Sverdlovsk se han reportado casos de hombres inmigrantes detenidos y forzados a firmar contratos “tras procedimientos confusos y coercitivos”. En algunos lugares, la falta de infraestructura de transporte complica aún más la situación para quienes intentan resistirse.

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La cárcel como fuente de reclutas. El sistema penitenciario ruso, con capacidad para 106.000 reclusos, también ha sido una herramienta clave para el reclutamiento. Durante campañas anteriores, la población carcelaria se redujo significativamente al ofrecer a los prisioneros la opción de combatir.

Así todo, se está produciendo una distopía que solo poder darse en una contienda: las autoridades ahora buscan llenar nuevamente las cárceles, presionando a los sospechosos para que se alisten antes de ser condenados. Los que rechazan esta opción enfrentan amenazas de largos periodos de detención o juicios extendidos.

Aceptamos figuras públicas y funcionarios corruptos. Es la última de las patas de reclutamiento. El uso del ejército como una vía para «lavar» reputaciones ha alcanzado a políticos y figuras públicas. En Vladivostok, por ejemplo, exalcaldes y funcionarios condenados por corrupción han optado por alistarse, algunos incluso uniéndose a batallones privilegiados donde se minimizan los riesgos de combate.

Y sí, esta práctica ha generado críticas por parte de ciudadanos y analistas que consideran inaceptable permitir que ladrones y corruptos eviten la cárcel mientras los soldados comunes enfrentan los peligros de la guerra.

Prisión o guerra. Para muchos, la decisión de alistarse no es voluntaria, sino una elección forzada entre dos escenarios igualmente tenebrosos. Las condiciones de las cárceles rusas, descritas como «horribles» por organizaciones de derechos humanos, hacen que el frente parezca una opción menos desesperada.

A este respecto, el dilema se ilustra perfectamente con figuras como el exmedallista olímpico Andrey Perlov, quien a sus 62 años enfrenta presiones constantes para unirse al ejército bajo la amenaza de permanecer indefinidamente en prisión por cargos de malversación.

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Coste humano y ética. Obviamente, el reclutamiento masivo a través de estas medidas ha generado un impacto profundo en la sociedad rusa. Por un lado, la desconexión entre crimen y castigo amenaza con aumentar la delincuencia a largo plazo, al debilitar la percepción del sistema judicial.

Pro por el otro e igual de importante, las familias de los soldados enfrentan dilemas morales y económicos, sopesando los peligros del frente contra las condiciones opresivas de las cárceles. Mientras, los analistas critican el uso del ejército como una herramienta para resolver problemas sociales y políticos internos.


Source: Crealo