La pasión por la época victoriana (1837-1901) de una pareja estadounidense ha traspasado de lleno su modo de vida, detalla RT Noticias.
Actualmente, están realizando un proyecto de investigación histórica que se ha traducido en el hecho de que hasta el último detalle de su vestimenta, mobiliario del hogar y costumbres sigue fielmente las directrices y estilo de ese periodo.
“Mi marido y yo estudiamos historia, específicamente el periodo victoriano tardío de los años 1880 y 1890. Nuestros métodos son muy diferentes a los de los académicos. Todo en nuestra vida diaria está conectado a nuestro período de estudio, desde las tecnologías que utilizamos hasta las formas en las que interactuamos con el mundo”, relata en el portal Vox Sarah A. Chrisman, una mujer oriunda de Seattle que ha adoptado la cultura victoriana en su totalidad como forma de vida.
La pareja se mudó hace cinco años a una casa construida en 1888 situada en Port Townsend (estado estadounidense de Washington), una ciudad que se enorgullece de ser un puerto marítimo victoriano.
“Cuando nos mudamos, había una nevera eléctrica en la cocina; la vendimos tan pronto como pudimos. Ahora tenemos una nevera de la época que rellenamos con bloques de hielo. Cada noche, y a veces dos veces al día en verano, vacío el agua derretida de la bandeja de goteo que hay en la base”, relata la mujer.
Según sus palabras, cada mañana Sarah le da cuerda al reloj mecánico que tienen en el salón y escribe todos los días en su diario utilizando una pluma antigua comprada en una empresa fundada en 1670, que rellena de tinta líquida utilizando un gotero.
“No hay bombillas modernas en nuestra casa. Cuando Gabriel y yo tenemos compañía utilizamos bombillas eléctricas tempranas, basadas en las primeras patentes de Tesla y Edison. Cuando estamos solos, usamos lámparas de aceite (…) nos calentamos con calentadores de gas del siglo XIX”, afirma.
En cuanto a sus hábitos de higiene, Sarah se lava con ayuda de un cuenco y un cántaro, y en caso de querer darse un buen baño, cuentan con una bañera con patas de hierro fundido.
“Me lavo el pelo con jabón líquido de Castilla de una compañía establecida en 1839 (usar el jabón de Castilla como champú es un consejo de belleza que encontré en una revista victoriana aproximadamente de la época en la que fue construida nuestra casa)”, indica la mujer, añadiendo que su cepillo de pelo es de cerdas de jabalí y tiene un diseño de hace 130 años.
Referente al ocio, la pareja, que no utiliza teléfonos móviles, suele dar largos paseos: ella montada sobre un triciclo del año 1880 y él sobre una bicicleta de rueda alta.