HACE UNOS AÑOS, el gobernador Javier Corral Jurado gritaba a los cuatro vientos -y sí, con aspavientos- que los medios de comunicación lo extorsionaban. Uno de los reporteros que escuhó el gimoteo preguntó: “¿Quién lo extorsiona? Diga nombres. ¿Gobernador, quién o quiénes lo están extorsionando? ¿Los va a denunciar ante la Fiscalía o los va a solapar?” No hubo respuesta frontal del mandatario estatal.
Ahora nuevamente el mandatario grita en redes sociales -en persona ya no hay quien le tolere el gemiqueo- Se queja de sus allegados, de sus colaboradores. Un mesiánico “me han dejado solo”. Se identifica con lo que nunca fue: un líder que le abandonaron en el campo de batalla. Era difícil que estuviera en un campo de guerra. A lo más que se acercó fue a uno de golf.
Algunos malosos se mofaron del “COSORRO” ahogado que lanzó el gobernador como reclamo a los que consideró suyos por no seguirlo hasta el último minuto antes de que se terminara de hundir el barco que nomás no quiso tripular. Sujetar el timón del Estado le daba pánico, por eso rehuía la conducta laboral de administrar lo que democráticamente ganó para gobernar. Rechazó el compromiso cuando empezó a dimensionar el tamaño de la embarcación y los menesteres que ello requerían. Fue mucho, es mucho, siempre será mucho para las capacidades demagógicas aptas y capacitadas solamente para gimotear.
Así las cosas, Javier Corral no se mordió la lengua. Se la trituró. Un hombre desleal hablando de deslealtades, es como un traidor llorando porque lo traicionaron. Y es que ayer, en la soledad de su soberbia, el todavía gobernador se aventó un escrito en sus redes sociales al que sólo le faltó una música lastimera de fondo, pues con una superioridad moral solamente digna de su ego, pero que no significa que la tenga, Corral opinó sentir “pena ajena” por algunos de sus excolaboradores, a quienes les espetó que no tienen dignidad con tal de conservar un trabajo. Traducción: se quedó solo. Quizá supuso que las mieles del poder le durarían eternamente, olvidó que la política es así y consideró que al final de su quinquenio estaría igual de arropado que cuando la mayoría de los chihuahuenses confiaron en él y lo pusieron como gobernador para vengarse de César Duarte. Por ahí dicen que se cosecha lo que se siembra, y si en tu vida vas sembrando traiciones y deslealtades, no esperes que te devuelvan fidelidad y confianza plena. Corral se acaba de enterar que existe el karma.
Es así que él mismo, con sus palabras, confirmó lo que se venía diciendo desde hace semanas. Los panistas, los verdaderos, le dieron la espalda, y aunque diga que lo hicieron porque no tienen dignidad, también lo hicieron porque optaron por la lealtad a su partido que les ha dado mucho, no como él, que decidió traicionar a los suyos e irse a apoyar otros colores, porque ni modo que no sepa que la corrupción que tanto critica no exista entre guindas y naranjas, pero como no pudo imponerse en el PAN con su delfín Gustavo Madero, es que hizo hasta la imposible para perjudicar a Maru Campos y favorecer al morenista Juan Carlos Loera. Así que chance y sus palabras tengan razón cuando describe el significado de lealtad y dignidad humana, pero viniendo de él, es ahí cuando esas palabras se tornan huecas y no tienen resonancia. Se le olvidó que a puñaladas iguales, llorar es cobardía.
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ASÍ QUE PARA despejarse de esa soledad que le dejaron excolaboradores “desleales”, el gobernador Javier Corral continuó su gira por la Ciudad de México, en donde buscó ser arropado por funcionarios federales de la 4T, esa que antes tanto criticaba, pero a la que ahora se arrima sin chistar. Y está bien, quizá esa debió ser su tónica desde hace casi tres años que Andrés Manuel López Obrador llegó al poder, pero en aquellos entonces decidió confrontarse, luego se confrontó con los panistas y ahora les sonríe a los guindas. El caso es que ayer estuvo muy sonriente y amistoso con el director de Banobras, Jorge Mendoza, y no se diga con el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, próximo gobernador del Banco de México, a quien Corral hasta abrazó, y cómo no, si en sus manos está que los dos meses que le quedan pueda retirarse con al menos una gota de dignidad y así dejar una administración no tan colapsada.
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EN EL MARCO de la reunión de panistas juarenses para determinar cómo es que solicitarán la expulsión de Javier Corral de las filas de Acción Nacional, el dirigente Comité Directivo Municipal del PAN, Joob Quintín Flores, sostuvo un encuentro con todo y café de por medio con Javier González Mocken, excandidato del partido azul a la alcaldía de Ciudad Juárez, quien la verdad de las cosas, les acarreó bastantes votos y estructura, por lo que los malosos nos cuentan que buscarán que don Javier permanezca activo en las filas del PAN, sobre todo ahora que la gobernadora electa Maru Campos, busca un gobierno de unidad y de sumar esfuerzos.
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DICEN LOS ENTERADOS que a pesar de los resultados esperanzadores de la gira de los corralistas en la Ciudad de México, aquí en Chihuahua quien no encuentra la forma de bajarle los humos a los empresarios es Arturo Fuentes Vélez.
Hay una andanada de demandas en ciernes. La que presentó por ejemplo FICOSEC es la punta del iceberg. Empresas, instituciones, así como organismos diversos alistan la batería legal en contra no solamente del Gobierno del Estado por el no pago y el desvío de recursos para liquidar adeudos, que fueron utilizados en gasto corriente.
También están las de carácter civil y penal en contra de la conducta del titular de la Secretaría de Hacienda. Por sus manos pasaron los ajustes y movimientos a las cuentas presupuestales que se tuvieron que afectar y cambiar de rubros para modificar el destino de los chelines públicos.
Lo saben los empresarios, lo sabe Fuentes Vélez, pero aún no lo dimensiona el gobernador Javier Corral. Las solicitudes de juicios que acaben en la inhabilitación para ejercer funciones públicas en contra de Corral y Fuentes Vélez serán entregadas al minuto uno después de que entregue el chamaco la titularidad del Poder Ejecutivo, que es el único asidero que le queda de salvoconducto. Igual que con su némesis César Duarte.
Source: Columna