Juliantla nunca pudo salir del pensamiento de Joan Sebastian, cuyo verdadero nombre fue José Manuel Figueroa Figueroa, pues es el lugar que lo vio nacer un 8 de abril. Aunque desde pequeño demostró su interés musical, fue hasta los 11 años que comenzó a componer formalmente, pero se le atravesó la idea de ser sacerdote un año después. Apoyado por su abuela, ingresó a los catorce al Seminario Conciliar de San José, ubicado en la ciudad de Cuernavaca, que abandonó a los 17 años decidido a su pasión musical.
Un día laboral en la vida de Joan Sebastian se convirtió en un golpe de suerte gracias a la presencia de Angélica María, quien lo escuchó cantar y le recomendó comunicarse con Eduardo Magallanes a quien sin dudar buscó hasta la ciudad de México sin mucho éxito, por lo que comenzó a tocar nuevas puertas.
Seis meses después grabó su primer disco que incluyó el tema “Descartada”, que se convirtió en un éxito.
Tras adoptar su nombre artístico debutó vendiendo 127 mil copias de “El Camino del Amor”, pero aún no podía vivir de la música así que seguía trabajando, ahora vendiendo autos, y cuando lograba conseguir trabajo como cantante cobraba aproximadamente 50 dólares.
Poco a poco la fama comenzó a llegar y empezó a viajar al extranjero para darse a conocer, igual que sus letras y más de 38 discos lo avalaron muy pronto como “El Rey del Jaripeo”, al presentarse primero en toros para después montar sus propios caballos, tarea que aprendió de niño.
Sin embargo, la felicidad no estuvo siempre presente pues tuvo que ver partir a manos de la violencia a dos de sus hijos con su primer pareja Teresa, Trigo y Sebastián.
A lo largo del tiempo logró consolidarse al punto que hoy es uno de los grandes de México. “El poeta del pueblo”, como también se le conoció, abatió grandes batallas tanto familiares como de salud. Víctima en cuatro ocasiones del cáncer, el primer diagnóstico se lo dieron en 1999, enfermedad situada en los huesos que volvió a aparecer tanto en 2007 como en 2012.
El Universal