‘Mad Men’ se despide el próximo domingo de sus fans tras ocho años en pantalla y convertida en una de las series que han marcado historia en la televisión. Pero toda la atención está puesta sobre Don Draper: ¿cuál será el destino de su protagonista?
Su creador Matthew Weiner cautivó a los telespectadores contando la vida de una agencia de publicidad en el Nueva York de los años 60, que al mismo tiempo ha sido el reflejo de la sociedad de esa época.
Sus complejos personajes, su estética, su particular fotografía y el lento ritmo de la narración le han valido cuatro Globos de Oro y 15 premios Emmy.
La serie también ha triunfado por poner el dedo en la llaga en temas como el sexismo y el racismo, dos problemas contra los que Estados Unidos sigue luchando.
Peggy Olsen (Elisabeth Moss) y Joan Harris (Christina Hendrix) son los principales personajes que han encarnado la lucha de la mujer para abrirse nuevos caminos en el mundo laboral y ser valoradas por sus compañeros.
“Mad Men” pasará a la historia porque “pocas veces hemos visto una mezcla tan perfecta de personajes, temas y épocas”, señala a la AFP el analista Paul Dergarabedian, de la firma especializada en recaudación cinematográfica Rentrak.
Su punto fuerte es plantear “dilemas éticos continuamente”, apunta de su lado Tom Nunan, profesor del instituto de Teatro, Cine y Televisión de la universidad UCLA.
La serie se estrenó en Estados Unidos el 19 de junio de 2007, un mes después de que “Los Soprano”, otro mito de la televisión, dijera adiós a su audiencia.
“Mad Men” logró una fiel audiencia desde el principio y marcó el inicio de una nueva era para el canal por cable AMC, que posteriormente emitiría las exitosas “Breaking Bad” (2008-2013) y “The Walking Dead” (estrenada en 2010).
Fue el comienzo además de la apuesta de los canales por la calidad de las tramas que ha revolucionado el panorama televisivo, acrecentado con la llegada de Netflix.
¿Cómo contentar al público?
El final de una serie siempre es complicado. Por un lado los seguidores no pueden sentirse huérfanos, mientras que por otro el desenlace debe cumplir con sus expectativas porque es de lo que siempre hablarán -más allá de los miles de cigarrillos encendidos y los cientos de botellas de whisky vaciadas por lo protagonistas-.
En los últimos capítulos, Don Draper -interpretado por el actor Jon Hamm-, aparenta ser el atractivo y seductor publicista de siempre que llevó la agencia Sterling-Cooper a lo más alto, pero en el fondo está más solo que nunca.
Divorciado de su segunda esposa Megan, con la que vivió una especie de renacimiento, y alejado de la agencia, Don está embarcado en un “roadtrip” con el que parece querer reencontrarse con sus orígenes.
Durante toda la serie ha huido de su verdadera identidad y apenas ha contado ser el hijo de una prostituta.
Los guionistas no han dado pistas sobre cuál puede ser su final, sobre el que Weiner no vive ninguna presión.
“No siento que le deba nada a nadie”, manifestó el jueves al diario The New York Times. “Hemos hecho cuidadosos esfuerzos para sorprender y agradar (a los fans) y hacer funcionar la maquinaria para contar esta historia”.
Hamm solo ha dicho al respecto que espera que su personaje “encuentre por fin la paz”.
Por las redes sociales circulan todo tipo de hipótesis. La muerte es una de las que suena con más fuerza. Si los guionistas se decantan por ésta finalmente, Don Draper vivirá el mismo final que otros dos grandes: Tony Soprano y Walter White (“Breaking Bad”).
Todo será posible en el episodio 92, titulado “Person to Person” (De persona a persona).