Habitantes de comunidades indígenas arribaron a Palacio de Gobierno para posicionarse en contra del clima de impunidad que guarda el estado de Chihuahua, luego de que a seis años del asesinato de Ernesto Rábago Martínez, abogado defensor de pueblos indígenas, el Estado no ha tenido capacidad para otorgar justicia a los pueblos.
El defensor luchó por los derechos de la tierra de los habitantes indígenas de comunidades en la Sierra Tarahumara. Ganó un juicio y posteriormente fue asesinado en su despacho, en la capital de Chihuahua, el primero de marzo del 2010.
Con mantas que indican “no queremos despensas, queremos justicia”, los habitantes de las comunidades indígenas demandan al Estado terminar con el clima de impunidad en la entidad chihuahuense, no solo en este caso, ya que a la fecha más de 70 litigantes han sido asesinados.
En la cruz de impunidad por asesinatos de abogados, colocada al lado de la cruz de clavos por los feminicidios, se instaló una ofrenda a Rábago Martínez y frente a ella danzaron los rarámuris al ritmo de tambores entonados por los mismos.
En el mes de diciembre, una bala fue abandonada en el despacho de Estela Mondragón, ahora representante legal y viuda del litigante, sin embargo se desconoce quién fue el autor de esta amenaza simbólica en contra de quienes están luchando por la defensa de los territorios rarámuris.
Las amenazas continúan dirigidas hacia los habitantes de Baqueachi por parte de ejidatarios.
Las victimas han detallado que ganaderos de Nonoava y Carichí han agredido verbalmente y en ocasiones físicamente a los tarahumaras, incluso se han generado desplazamientos forzados a punta de pistola.
Son alrededor de 32 ganaderos los que comenzaron una persecución en contra de los tarahumaras e incluso iniciaron un juicio para despojarlos de sus tierras, pero este resultó negativo dándoles el beneficio a los rarámuris.
Entre los hechos violentos que han reportado se encuentra que Raúl Sandoval, hijo del ganadero Héctor Sandoval, golpeó salvajemente con una reata a José Valentín Chávez, comisario de policía indígena, y apedreó a niños rarámuris que cruzaban por una vereda.