La concentración de la comercialización de los productos agrícolas en México resulta tanto o más acentuada que la concentración de la tierra.
En el país existen 5 millones 325 mil unidades económicas rurales pero la brecha en disponibilidad de la tierra, activos tecnológicos, productividad y acceso a los mercados es tal que 9 por ciento de las unidades rurales con mayor presencia en el mercado – 465 mil empresas – concentra 74 por ciento de las ventas totales del sector.
En el otro extremo, 73 por ciento de dichas unidades, es decir 3 millones 888 mil, participan apenas con un 8 por ciento de todas las ventas agropecuarias, revela un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) sobre el empleo y la productividad del sector agropecuario en México.
El grupo minoritario que constituye la agricultura empresarial del país “es el principal responsable del abastecimiento de los mercados nacionales y de las exportaciones”, puntualizan. No sólo eso, pues esas empresas son también los principales empleadores del sector pues contratan a 373 mil 624 trabajadores, prácticamente todos los asalariados formales, pero también a una gran parte de asalariados informales y posiblemente a a jefes o jefas de familia a cargo de unidades de agricultura familiar que cuentan con minufundios.
En cambio, las pequeñas unidades agropecuarias tienen una producción “casi meramente de autoconsumo”, complementaria a la dieta familiar. Un 37 por ciento de ellas, es decir 1.4 millones, ni siquiera cuentan con una parcela agrícola ni un hato ganadero y su única producción agropecuaria es de traspatio.
“Más que unidades económicas rurales dedicadas a la agricultura, son unidades familiares que dentro de una estrategia de sobrevivencia realizan muy diversas actividades económicas, entre ellas la producción agropecuaria a escala doméstica. La ocupación agropecuaria en estas unidades productivas es exclusivamente por cuenta propia o mano de obra no remunerada. El ingreso familiar de estas familias proviene principalmente de transferencias, como las remesas o apoyos gubernamentales o el trabajo asalariado fuera de esas unidades productivas”, detalla el estudio a cargo de Luis Gómez Oliver, consultor de la División de Desarrollo Económico de la Cepal.
Entre ambos grupos, la porción restante de las ventas agropecuarias, correspondiente al 18.3 por ciento del total corre, a cargo de 970.7 mil unidades económicas rurales que se dedican a la agricultura comercial pero cuentan con una base familiar y representan el 18.2 por ciento de todas las unidades.
En conjunto, el sector agropecuario mexicano sólo aporta el 3.5 por ciento del producto interno bruto nacional y aunque la población dedicada a las actividades agropecuarias ha disminuído rápidamente todavía representa 13 por ciento de la población económica activa (PEA) del país, pero es muy heterogénea, con profundas brechas de productividad, y que con los cambios registrados en los últimos años ampliaron el trabajo asalariado, incluyendo el de los jornaleros.
En total, quienes realizan actividades agropecuarias más sus familias, es decir la población rural representa el 23 por ciento respecto al total de habitantes del país, en contraste con el 70 por ciento que representaba hace un siglo.
Fuente: La Jornada