La diversidad sexual es un hecho y no puede interpretarse como marginalidad, perversidad o anormalidad. Al contrario, debemos fortalecer las garantías que defienden la diferencia y singularidad de cada uno, afirmó en la UNAM Edith Yesenia Peña Sánchez, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
En el foro Homofobia y Derechos Humanos en México, celebrado en la Facultad de Derecho (FD), explicó que el eje normativo de la democracia propone un principio de autonomía, pero no ofrece medios de promoción y educación para cambiar los hábitos de convivencia social, ni condiciones para su realización.
En nuestro territorio se han registrado grandes avances, como la tipificación del crimen de odio y el decreto del Día Nacional contra la Homofobia; pese a ello, las cifras son contundentes y desalentadoras, pues la inclusión de personas que no entran en el molde heterosexual es algo aún lejano.
Aunque 10 naciones brindan plena igualdad de derechos a lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero (colectivo conocido como LGBT), el 40 por ciento de los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aún penalizan la homosexualidad.
Tan sólo en 2013 Uganda y Rusia instrumentaron leyes que permiten perseguir y castigar estos comportamientos, así como reprimir a los activistas. Además, el robustecimiento del fundamentalismo ideológico y religioso, así como el surgimiento de terapeutas que pregonan la cura de esta condición mediante tratamientos farmacológicos, sólo incitan a la animadversión y generan daño físico, moral y psicológico.
América Latina no es la excepción y México ocupa el segundo lugar por crímenes de odio contra los LGBT. “¿Qué pasa con la violencia? Nada, es normalizada al considerarse una forma de no tolerancia a la frustración. Así, la intimidación y el terror se materializan como una emoción constante”.
Para el escritor Thomas Hobbes el humano, en su estado natural, vivía en una guerra permanente con su especie. La frase “el hombre es el lobo del hombre” revela cómo los diferentes grupos generan una corriente que limita y aleja a quienes considera una amenaza, real o imaginaria, destacó la universitaria.
Quien rompe la inercia de la regulación del comportamiento sale de la norma y quebranta el statu quo al demostrar que la tradición tiene fecha de caducidad y al aseverar que la anatomía, fisiología y normas sociales no implican destino.
“Hay una relación entre la creciente reivindicación pública del fenómeno homoerótico y el recrudecimiento de las manifestaciones contra los LGBT. A esto se le denomina pánico moral y consiste en una reacción ante la desestabilización del sistema sexo-género como modelo. Se trata de una preponderancia cultural que tiene por base la ideología heterosexual”, ahondó.
En el salón de Profesores Eméritos de la FD, la académica preguntó ¿cuáles son las condiciones que requieren lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transexuales, transgénero e intersexuales para acceder a la dignidad y libre desarrollo del carácter propio?
“Es necesario que la sociedad aprenda a no discriminar, a vivir en igualdad y a tener seguridad en la vía pública, libertad de opinión y expresión, así como a extender reconocimiento a la personalidad jurídica en concordancia con la identidad sexo genérica, permitir a todo sujeto formar una familia y respetar su persona”, concluyó Edith Yesenia Peña Sánchez.