Una noche, durante mi tercer año en la universidad, me encontraba llorando en el armario de mi dormitorio. Trataba de lidiar con el abuso sexual que sufrí en la infancia y con una cita que se convirtió en violación. Experimentaba emociones intensas. Esa noche me rehusé a abandonar el armario y lloraba muy fuerte como para poder hablar. Mis compañeras de cuarto estaban preocupadas, así que llamaron a mi mejor amigo.
Derek* llegó de inmediato. Me preguntó si necesitaba algo y luego se dispuso a hacer su tarea de física. Fue la reacción perfecta. Eventualmente me calmé y, cuando estuve lista, hablamos sobre lo que sucedió. Un par de horas más tarde estábamos riendo y bromeando, terminando nuestras tareas.
Algunos meses antes Derek no habría sabido cómo manejar las cosas –es por eso que me pidió que viera a un terapeuta. Hizo una cita y ambos asistimos. Nos sentamos en la oficina de la Dra. y hablamos sobre lo que significa ser superviviente de un trauma sexual. Él habló de lo desesperanzado que se sentía cuando yo me ponía triste. Pregunto qué podía hacer para arreglarlo.
“No puedes hacer nada para arreglarlo”, le dijo mi terapeuta. “No es algo que se pueda arreglar”.
“Bueno, ¿entonces qué hago?” insistió.
“Lo único que puedes hacer es estar con ella”.
Derek no le creyó al principio, pero se dio cuenta de que era una experta y quizá valía la pena intentarlo. Resultó que su presencia, su ser, era justo lo que necesitaba para sanar mis heridas. Su presencia constante y aceptación transformaron mi vida y mis relaciones. A través de nuestra amistad también aprendí mucho sobre la forma en que los hombres perciben a los supervivientes de los abusos y la violencia sexual.
Muchos hombres se encuentran en la posición de apoyar a una amiga o pareja que pasó por algo así, y no suelen tener las habilidades necesarias. Amar a una superviviente de violencia sexual –como amiga o como pareja– te enseña muchas lecciones importantes sobre ti mismo, sobre las mujeres y sobre el mundo.
1. No hay nada que puedas arreglar
No puedes regresar el tiempo. No puedes hacer justicia tú mismo. No puedes experimentar sus sentimientos por ella. No puedes hacer que deje de hacerse daño ella misma. Todas éstas son cosas que ella debe hacer sola. Al darle el poder y el espacio para hacerse cargo de estas cosas le estás regresando el control que le arrebató el incidente. Puedes ofrecer recursos y apoyo –pero ella debe estar lista para hacer lo necesario para recuperarse.
2. Concéntrate en tus propios sentimientos para que ella pueda concentrarse en los suyos
Ser testigo del dolor ajeno genera emociones profundas. Seguramente sentirás furia contra sus atacantes. Te sentirás triste e impotente. Sólo asegúrate de concentrarte en tus propios sentimientos –golpea una almohada, levanta pesas, escribe en un diario. Incluso el sentimiento más intenso pasará. Saber que eso es así en ti mismo te ayudará a apoyarla al lidiar con sus propios sentimientos.
3. Ser es una acción, no es inacción
Ser es una acción muy poderosa. El mensaje que mandas es que puedes manejar sus emociones y que ella puede también. Estás dispuesto a ser testigo de su forma de sentir –ese es un trabajo real e importante. Estás diciendo que crees que hay luz al final del túnel. Sólo respira y recuerda que nadie ha muerto por llorar.
4. Lee todo lo que puedas sobre cómo apoyar a esa persona
Si necesitas tomar acciones, edúcate sobre la violencia sexual. Conviértete en la persona mejor informada sobre el tema –pero sé humilde al respecto. Aprende sobre el empoderamiento. Aprende a escuchar activamente. Aprende sobre la consciencia y el cuidado propio.
5. Canaliza tu enojo hacia el cambio social
Está bien sentir enojo por la violencia sexual. Pero canaliza tu ira en acciones concretas. Habla con tus amigos sobre el tema. Enséñales a ser sensibles y empáticos con las víctimas. Asiste a conferencias o recaudaciones para instituciones de apoyo. Comparte tus propias experiencias ayudando a las víctimas (manteniendo las identidades en secreto, claro).
Todos los hombres encuentran personas que sufrieron abusos en algún momento –a veces lo saben, a veces no. Pero no hace falta ser un superhéroe para hacer una diferencia en la vida de alguien. De hecho es más fácil de lo que crees.
Información de Askman