El estancamiento de la economía mexicana es resultado de una nueva macroeconomía que controla la inflación a la baja, al igual que la política cambiaria para mantener la estabilidad de precios a través de bajos salarios, aunque exista una mayor productividad, aseguraron especialistas en economía de la UNAM. A pesar de dichas condiciones, agregaron, es pertinente un aumento salarial sin efectos negativos para el país.
En el seminario “Política de empleo y salarios de la Ciudad de México”, Ignacio Perrotini Hernández, tutor en el Programa de Posgrado en Economía de la UNAM, explicó que se trata de la coexistencia de dos modelos contrapuestos, el primero, basado en el crecimiento económico a partir de las exportaciones, y el segundo, cuya meta es mantener la inflación a la baja y el control de precios.
En ambos la política monetaria juega un papel interesante, pues para las exportaciones se busca una moneda competitiva, es decir, barata frente a otras divisas, y para el control inflacionario y de precios, se requiere una moneda “apreciada” o con más valor, lo cual, aparentemente, ocasiona un desequilibrio, aseguró.
“Ante este conflicto, la solución echa mano de la distribución del ingreso para hacer el ajuste; la apreciación del tipo de cambio que resta competitividad a las exportaciones consigue la meta de inflación, pero debe deprimir las exportaciones. Para compensar la pérdida de competitividad que implica un tipo de cambio apreciado, se disminuyen los salarios respecto de la productividad, a fin de que haya una compensación; entonces, las percepciones intervienen como la verdadera ancla inflacionaria”, detalló Perrotini.
En su oportunidad, Santiago Capraro Rodríguez afirmó que este mecanismo, utilizado por los bancos centrales de varios países, logra mantener una inflación baja y un control de precios; además, permite una mayor productividad a costa del ingreso de la clase trabajadora.
Esta nueva macroeconomía, dijo, ha generado un avance económico magro, bajos sueldos, empleos cada vez más precarios, temporales, aumento del empleo informal, la eliminación de sindicatos, pero con mayores índices de producción para las empresas.
No obstante, mencionó el economista, ante este panorama es posible pensar en un incremento salarial como una palanca del desarrollo. “En el corto plazo, lo que tiene que hacer México es incrementar la inversión pública y los salarios medianos. Ésa es la mejor política para disminuir la pobreza y la desigualdad”, sin temor a una espiral inflacionaria.
Asimismo, en el largo plazo sería conveniente plantear un nuevo modelo económico fundamentado en el desarrollo del mercado interno a través del incremento de los salarios medios reales.
En ese sentido, Jaime Ros Bosch, catedrático de la Facultad de Economía, consideró que el incremento a los salarios en México es pertinente, porque “la intervención gubernamental en la fijación de un salario mínimo puede ayudar a un problema de coordinación entre empresas, moviendo la economía del equilibrio con salarios bajos hacia un equilibrio con salarios más altos y con mayor productividad”.