En marzo de 2014 la Fiscalía General de Morelos ordenó la inhumación de más de un centenar de cuerpos en un par de fosas comunes. Se trataba de presuntos desconocidos que estaban en las morgues de Cuautla y Cuernavaca. Sin embargo, presiones de los familiares de un joven asesinado y enterrado en una de esas fosas sacaron a la luz varias inconsistencias: no todos los cadáveres eran “desconocidos”, las autoridades no están seguras del número exacto de inhumados, algunos de los cuales ni siquiera tienen abierta una “carpeta de investigación”, y el predio donde se hizo el entierro colectivo aparentemente no es un panteón registrado.
En las fosas que la Fiscalía General del Estado (FGE) de Morelos habilitó de manera clandestina en Tetelcingo, localidad ubicada al norte de Cuautla, fueron inhumados 118 cuerpos provenientes de las morgues de esta ciudad y de la capital estatal.
Aun cuando las autoridades morelenses aseguran que no se cometió ningún ilícito, la FGE ni siquiera tiene la certeza del número de cadáveres enterrados ahí; además, dos de los cuerpos no pertenecían a la categoría de “desconocido” y al menos 12 no tienen asignado un número de carpeta de investigación.
Dos fichas informativas –de las cuales Proceso tiene copia–, escritas en papel membretado de la FGE y firmadas por peritos criminalistas, dan cuenta puntual de las diligencias llevadas a cabo el 28 de marzo de 2014, cuando fueron enterrados estos cuerpos “como una práctica normal que pasa en todo el país”, afirmó recientemente el fiscal general Javier Pérez Durón.
En ambos documentos se describe quiénes participaron en las diligencias y la ubicación de las fosas. También se expone que los cadáveres fueron acomodados en “planos” o “camas” y con número de carpeta de investigación, aunque este último dato no es exacto. Los reportes tienen sello, firma, hora y fecha de acuse de recibo de la FGE.
La ficha uno corresponde a la fosa uno, donde enterraron cuerpos “no identificados” traídos desde el Servicio Médico Forense (Semefo) de la Fiscalía Metropolitana, correspondiente a Cuernavaca.
La segunda alude a la fosa dos, donde depositaron cuerpos “no identificados” traídos del Semefo de la Fiscalía Regional Oriente, de Cuautla.
La ficha uno está firmada por el perito en materia criminalística de campo Nahu Abel Peñaloza López, quien informa que fue “designado para intervenir en la inhumación de cadáveres que se encuentran en la cámara frigorífica del Semefo”.
En la primera fosa enterraron 64 cuerpos, ocho de los cuales no tenían una carpeta de investigación, lo que contradice lo dicho por el perito al inicio del documento, y cuatro estaban identificados como Pablo Gutiérrez Malpica, “donado sin carpeta”, “Campo Dorado (donado sin carpeta)” y “donado estudiantes”. El resto de los cuerpos tenían asignadas claves alfanuméricas.
En la segunda ficha se narran también los detalles de la diligencia y se enlistan los 54 cuerpos enterrados. Está firmada por Francisco García Caballero, quien se identifica como “perito oficial” y su firma se acompaña de un sello con el escudo nacional y la leyenda “Procuraduría General de Justicia” de la Coordinación de Servicios Periciales Zona Oriente.
Este documento está dirigido a Gerson Cervantes Gurrea, coordinador regional de Servicios Periciales de Cuautla. Dice: “Respetuosamente me permito informar a usted, el resultado de la inhumación realizada el día de la fecha (28 de marzo de 2014), de los cadáveres que se encontraban en calidad de desconocidos de los años dos mil once, dos mil doce y dos mil trece”. Se ubica la inhumación en el mismo predio en la calle Prolongación 5 de Mayo, en Tetelcingo.
(Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 2037, ya en circulación)