En Reynosa, enclave del narco, nace otro negocio: cobrar cuota a migrantes para cruzar hacia EU

El café de Yaíma es muy dulce. Porque “la dulzura nunca se pierde, papi, y además quita el hambre”, suelta bajo una mueca esta cubana que vende refrigerios en un albergue para migrantes en la frontera de Reynosa, al noreste. Llegó hace cinco meses tras un agónico periplo.

Yaíma y su esposo Maykel entraron a México en enero por Mérida, donde su coyote (traficante) los estafó y dejó casi sin dinero, por lo que tuvieron que trabajar durante cuatro meses en la península de Yucatán hasta ahorrar lo suficiente para comprarse un vuelo a Monterrey. Recién aterrizados el 14 de junio, en el trayecto del aeropuerto al terminal de autobuses, un grupo de hombres armados asaltó su taxi y los secuestró.

“Estuvimos encerrados cuatro días en que me golpearon, me violaron no sé cuántas veces… al segundo día ya estaba resignada, pensé que me iban a matar”, cuenta. Así aplicaron su castigo los verdugos porque la cuñada de Yaíma, residente en Miami, no disponía de los dos mil dólares que exigían por la liberación de ambos. Los soltaron moribundos en una carretera baldía donde recibieron el auxilio de una vecina para continuar su travesía.

—¿Por qué hacia Reynosa?

—Un conocido nos dijo que por aquí estaban dando asilo más rápido. Yo ya había mirado por Acuña (otra ciudad fronteriza), pero al último momento cambiamos. La peor decisión, esto es un infierno —lamenta Yaíma.

Reynosa sea tal vez el punto fronterizo norteño más peligroso para los migrantes. La ciudad registró 295 asesinatos el pasado año, una tasa de 41 por cada 100 mil habitantes que la colocó en el puesto 42 entre las urbes más violentas del mundo. Un 96 por ciento de su población se siente insegura, la localidad mexicana con mayor percepción de inseguridad según una encuesta oficial en diciembre pasado. Tamaulipas, donde se ubica Reynosa, es el estado mexicano con mayor desaparición forzada: 6 mil personas en la última década y apenas se localizaron menos de 200. Los migrantes son aún más vulnerables ante esta práctica.

Por eso Yaíma se afana en hacer la compra antes de oscurecer. “No podemos andar de noche, aunque hasta en el día te secuestran. A varios paisanos se los han llevado a la salida del (supermercado) Soriana, porque saben que ahí recogemos el dinero que nos envían”, asegura la isleña sobre un municipio donde sólo se puede vivir con permiso del crimen organizado: “Vas por la calle y cualquiera te pide clave. Si no la tienes, te levantan (secuestran)”. La clave consiste en una contraseña numérica que los delincuentes entregan a los migrantes al pagar su cuota de unos 300 pesos mensuales (unos 14 euros) que les permite permanecer en la ciudad.

Un 45 por ciento de los dos mil 300 pacientes que atendió Médicos Sin Fronteras (MSF) en la frontera tamaulipeca desde junio pasado ha sufrido violencia y un 12 por ciento han sido víctimas de secuestro. La oenegé denuncia que el Protocolo de Protección a Migrantes, por el cual los solicitantes deben esperar varios meses su proceso de asilo en territorio mexicano, enfrenta a los migrantes al secuestro que ha aumentado a lo largo de la ruta.

Fuente: Sin Embargo


Source: Mexico