Los hermanos Óscar y Abigaíl Sánchez de la Cruz murieron abrazados en la doble explosión del área de Clorados III, del complejo petroquímico de Pajaritos en Coatzacoalcos, al sur de la entidad.
Sus cuerpos fueron encontrados la tarde-noche del domingo pasado por binomios caninos, en el área de más difícil acceso por los estragos que causó la conflagración que suma hasta el momento 32 muertos, según cifras oficiales.
Empleados del Servicio Médico Forense y de periciales de la Fiscalía General del Estado (FGE) tuvieron que sacar en una sola camilla los cuerpos calcinados de Óscar, de 24 años, y de Abigaíl Sánchez, de 30, para en la plancha del forense realizar diligencias quirúrgicas y “separar a los cuerpos”, así como “evitar despellejarlos”, por el estado en que se encontraban.
Rutilio Sánchez Jiménez, padre de Óscar, andamiero de profesión y Abigaíl, supervisor de andamios, ambos de la empresa Gamsa, contó a los reporteros que, según testimonios de otros obreros que salvaron la vida, Abigaíl habría logrado evadir la onda expansiva del fuego en una primera instancia, sin embargo, al gritar desesperado por su hermano Óscar y no obtener respuesta, regresó por él. Cinco días después del accidente, se logró conocer que ninguno logró salvar la vida.
O como diría Javier, empleado de Gamsa: “Hubo un primer desfogue. No cerraron las válvulas para parar (sic), después algo explotó… vino el diablo y sopló”.
Apenas el sábado 23, Jessica Jiménez –esposa de Óscar– y Lucero Rocha –cónyuge de Abigaíl– se atrincheraban en la entrada del complejo Pajaritos en búsqueda de noticias sobre sus maridos. Sentadas bajo un árbol que no daba ni sombra ni consuelo, Jessica no paraba de sollozar, mientras Lucero platicaba con reporteros con la mirada absorta y los ojos vidriosos.
Ante la lluvia de preguntas, Lucero atinó a reprochar: “Que me entreguen a mi marido ya como esté”.
Rocha confiaría que junto con el supervisor de andamios –su esposo–, una cuadrilla entera de siete obreros adscritos a la nómina de Gamsa continúa en calidad de “desaparecida”.
El funeral de los hermanos Sánchez será este martes 26 al mediodía en el panteón municipal de la congregación de Mundo Nuevo, una localidad de apenas 8 mil habitantes, en donde 75% de la economía se mueve por los ingresos de empleados de empresas outsourcing del petróleo, sin derecho a prestaciones ni a ganancias ni dividendos de la industria de los hidrocarburos.
Un forense que participó en el levantamiento de los cuatro cuerpos ayer domingo, explicó a Apro que Óscar, uno de los hermanos Sánchez, únicamente pudo ser reconocido por la dentadura, debido al daño por las quemaduras en su cuerpo.
Hasta el momento hay seis empleados de empresas contratistas de Petroquímica Mexicana de Vinilo (PMV) de la empresa Mexichem, del millonario Juan Antonio del Valle, que no han podido ser identificados por sus familiares, aunque las pruebas de ADN continúan.
Apenas el sábado, Lucero Rocha –esposa de Abigaíl Sánchez– se quejaba de que la empresa Gamsa –contratista de PMV– ni siquiera ha dado un viso de solidaridad a los familiares de obreros heridos, desaparecidos y/o muertos.
Sobre la visita del presidente el pasado jueves, la hoy viuda de Sánchez atinó a decir: “Peña llegó a decir lo que sabe decir, que estaba con nuestro dolor, nos prometió que el gobernador Javier Duarte se quedaría para agilizar los trámites de la entrega de muertos y la búsqueda de desaparecidos pero, apenas se fue Peña, y a Duarte no le volvimos a ver ni el polvo”.
Las concuñas de los hermanos Sánchez viven en la congregación Mundo Nuevo, un asentamiento marginal en el puerto industrial de Coatzacoalcos, y en las manzanas que rodean sus viviendas les ha tocado oír de velorios, lutos y cortejos fúnebres. Este martes el sepelio de sus esposos será el último.
Proceso