Con la sombra del caso Ayotzinapa, el presidente Enrique Peña Nieto conmemoró esta tarde el día de la Bandera en la cuna del grupo delictivo Guerreros Unidos, donde afirmó que su gobierno ha desplegado un esfuerzo para procurar justicia a través de una investigación “profunda, transparente y abierta” en colaboración de instancias internacionales.
Arropado por una clase política y autoridades castrenses exhibidos públicamente por sus presuntos nexos con el narco, Peña consideró que la masacre y desaparición de los 43 normalistas, no puede dejar marcado este emblemático lugar en la historia nacional. Ahora ese lugar se ha convertido en cementerio clandestino y centro de distribución de la heroína que se comercializa en Estados Unidos.
Por su parte, el gobernador priista Héctor Astudillo Flores señaló en su discurso que la tragedia de Iguala es una profunda herida para los mexicanos por la gente inocente que fue asesinada, que resultó herida y por la desaparición de los 43 estudiantes de la escuela normal rural de Ayotzinapa.
“En tanto no se esclarezcan los hechos a profundidad y se someta a la ley a todos los responsables, esta herida no habrá de sanar”, expresó Astudillo.
Lo anterior, durante la ceremonia de abanderamiento de 239 escoltas de planteles escolares de nivel básico provenientes de diferentes partes de la entidad, realizada en el estadio General Ambrosio Figueroa, donde decenas de estudiantes fueron sometidos a la tortura de soportar durante varias horas temperaturas de 40 grados que terminaron por desvanecer a niños y miembros de las fuerzas armadas, quienes sucumbieron ante el golpe seco en la cabeza de un incandescente sol.
Durante su mensaje frente al presidente Peña, Astudillo calificó la ceremonia donde estuvieron presentes miembros del gabinete federal como “un acto reivindicatorio del Estado mexicano con el pueblo de Iguala y de Guerrero”.
La conmemoración del 195 aniversario del lábaro patrio se convirtió en un espectáculo de tres pistas, por la mañana se realizó un desfile cívico militar en el que las Fuerzas Armadas mostraron el poder del Estado mexicano, con aviones surcando el cielo, luciendo el armamento y unidades artilladas descompuestas que eran empujadas por soldados sobre las calles del centro de esta ciudad.
La conmemoración del Día de la Bandera en Iguala, Guerrero. Foto: Eduardo Miranda
La conmemoración del Día de la Bandera en Iguala, Guerrero. Foto: Eduardo Miranda
Luego, el presidente Peña encabezó la ceremonia de izamiento de la bandera en el cerro del Tehuhueue y finalmente en el estadio Ambrosio Figueroa, donde abanderó escoltas.
En este lugar, la línea discursiva de los mensajes oficiales se centró en el caso Ayotzinapa y cuando el presidente Peña recorría el estadio para saludar y tomarse selfies con los asistentes, en su mayoría jóvenes estudiantes de secundaria y profesores, la sombra de la masacre de normalistas le estalló en la cara cuando un grupo de profesoras desde la tribuna principal le gritaron: “¡Nos faltan 43!”.
Previamente, en su discurso en este lugar, Peña se refirió a la cuestionada investigación de la Procuraduría General de la República (PGR) sobre el caso Ayotzinapa y al respecto dijo textual:
“Hemos constatado una y otra vez que la mejor ruta hacia el futuro es el camino de la ley y las instituciones, precisamente, los lamentables hechos aquí en Iguala en septiembre de 2014, evidenciaron la necesidad de seguir por esa ruta, desde entonces, en un año y cinco meses, el Estado mexicano ha desplegado un amplio esfuerzo institucional para procurar justicia a través de una investigación profunda, transparente y abierta, contando incluso con la colaboración de diversas instancias internacionales”.
Luego, consideró que la ciudad de Iguala no puede quedar marcada por la tragedia y aseguró que están trabajando para revertir los efectos de la narcoviolencia y abatir el grave rezago y pobreza que padece la entidad.
La visita presidencial se registró en un contexto similar al que se vivía en la entidad previo a la tragedia que provocó una crisis político-social a nivel nacional, con repercusión internacional, y que exhibió el nivel de impunidad, violencia y los nexos de autoridades con el narco en la entidad y el resto del país.
A pesar de los constantes anuncios de operativos policíaco militares tras la cacería de normalistas desatada por policías y militares que actuaron en contubernio con la delincuencia, hasta la fecha persisten las masacres masivas, secuestros y desaparición de personas en la entidad.
Tan solo en Iguala se han localizado más de 100 cuerpos en decenas de fosas clandestinas; en los primeros tres meses de la administración del gobernador priista Héctor Astudillo Flores se registraron 719 ejecuciones en diversos puntos de la entidad, un promedio de siete crímenes por día y durante 2015 se reportaron más de dos mil ejecuciones, indican reportes oficiales.
En este escenario de sangre y muerte, la clase política del país conmemoró el aniversario de la confección del lábaro patrio en Iguala, lugar donde el grupo delictivo Guerreros Unidos en complicidad con autoridades de los tres niveles, convirtieron la histórica ciudad de la zona Norte en un cementerio clandestino y centro de acopio de drogas que se distribuyen en los Estados Unidos.
Desde ayer, Iguala prácticamente fue blindada ante este hecho que significó el regreso de la clase política a Iguala para conmemorar el día de la Bandera, luego de que el año pasado la ceremonia se realizó en la ciudad de México ante las protestas para exigir justicia por el caso Ayotzinapa, que sigue impune.
Proceso