Proceso publicó que casi dos meses después de la fuga de Joaquín Guzmán Loera del penal de máxima seguridad del Altiplano, en Almoloya, Estado de México, Sigifredo Nájera Talamantes, líder zeta y vecino de celda de “El Chapo”, murió de un paro cardiaco.
Y aunque “El Canicón” ´murió el 7 de septiembre, las autoridades lo dieron a conocer dos días después. Familiares del narcotraficante denunciaron que fue envenenado.
Esta versión cobra relevancia luego de la difusión del video donde se revela que el 11 de julio, cuando se fugó el líder del Cártel de Sinaloa, se registraron ruidos de martillazos, lo cual fue ignorado por custodios del Cefereso y monitoristas de la Policía Federal.
En el video se escuchan amenazas contra algunos de los capos vecinos de Guzmán Loera, quienes denunciaban el fuerte ruido que se escuchaba ya desde por lo menos 10 días antes.
Antes de la fuga de “El Chapo” y de morir de un paro cardiaco, Sigifredo Nájera Talamantes denunció que el capo sinaloense recibía privilegios al interior del penal de máxima seguridad.
Acusó a Celina Oseguera Parra, coordinadora nacional de penales federales, de mantener estrecho contacto con “El Chapo” dentro de la celda, algo prohibido.
Actualmente, esta ex funcionaria está detenida, acusada de omitir la revisión de los sistemas de seguridad, que siempre estuvieron desconectados: el de movimiento debajo de la tierra, el de escalamiento de mallas y los sensores de presencia en ductos y azoteas.
Denuncian envenenamiento
María Dolores Talamantes, madre de “El Canicón”, relató que antes de que le fuera entregado el cuerpo la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (Seido) le hizo firmar un documento donde le prohibieron realizar una segunda autopsia.
“Ni siquiera nos permitieron revisar el cadáver”, subrayó la madre de Nájera Talamantes en entrevista con Proceso.