No existió la guerra de Felipe Calderón Hinojosa contra el narcotráfico. Su Gobierno y el de Vicente Fox Quesada trataron de entregarle más fuerza y territorios al Cártel de Sinaloa, por eso se desató la violencia, por eso se desató el terror que ha dejado miles de muertos y miles de desaparecidos, señala la periodista Anabel Hernández García.
“No hubo una guerra contra las drogas. Fue una guerra entre los cárteles de la droga, en la que el Gobierno fue juez y parte, inclinando la balanza a favor de un grupo criminal. La violencia no la desató en un inicio Felipe Calderón. […] Llega Vicente Fox y es el que decide, con el operativo México Seguro, comenzar a invadir Tijuana y Tamaulipas. ¿Quería liberar a la población del yugo de los cárteles? No. Quería quitarles la plaza para dársela al Cártel de Sinaloa”, indica en entrevista con SinEmbargo.
“La estadística de los muertos comienza a despuntar en el 2002, 2003, luego llega a estos picos terribles en el sexenio de Felipe Calderón, porque él no sólo continuó con la dinámica establecida por Vicente Fox, sino que la empeoró. Es una guerra de cárteles en la que varias instituciones de procuración de justicia protegen a unos y otros [grupos del crimen]. Por eso se hace tan encarnizada la batalla”, agrega la autora de Los señores del narco.
Hernández García se encuentra presentando El traidor, su más reciente libro, donde muestra cómo es que Ismael Zambada García, “El Mayo”, quien ha controlado durante décadas el Cártel de Sinaloa, se movió durante esos periodos, los de Calderón y Fox; cómo es que el capo logra seguir impune y tranquilo, y cómo es que negoció y negocia con autoridades de todos niveles, incluidos los ex Presidentes, para hacer fortunas “legales”.
“El traidor es uno de los trabajos periodísticos más ambiciosos en la trayectoria de Anabel Hernández. Su historia se remonta a enero de 2011, cuando la contactó Fernando Gaxiola, uno de los abogados de Vicente Zambada Niebla, mejor conocido como Vicentillo, quien enfrentaba un juicio en una corte de Chicago. La intención era compartir con la periodista documentos y hechos que ampliaban y esclarecían varios de los episodios que acababa de dar a conocer en Los señores del narco”, señala Grijalbo.
Entre los documentos a los que tuvo acceso Anabel Hernández, también autora de La verdadera noche de Iguala, se encuentra el diario secreto del “Vicentillo”, hijo del “Mayo”; además de un autoretrato del príncipe del narco que se convirtió en payaso, mismo que ilustra, desde su portada, a El traidor.
“Yo me había imaginado en Los señores del narco que la cosa no estaba bien, que estaba mal y había mucha corrupción, pero en el nivel que narra Gaxiola y Vicentillo es una cosa dolorosa, pero se requiere sentirlo para entender que algo tenemos que hacer al respecto. Al menos este es una pequeña aportación mía para tratar de dar claridad de lo que estamos viviendo para encontrar soluciones, dice a SinEmbargo. A continuación, la charla completa.
–Nos vendieron durante años a “El Chapo” como el gran señor del narcotráfico en México, pero en realidad es “El Mayo” Zambada.
–Es correcto. Es un tema que yo intenté desmitificar desde el libro Los señores del narco. Desde ahí la figura del “Chapo”, que a veces es ridícula, que a veces se pregunta uno cómo es que un hombre que apenas sabe leer y escribir, que era un cero a la izquierda cuando lo detienen en 1993, cuando lo acusan de haber asesinado al cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo… El general Carrillo Olea me dijo que cuando el Gobierno de Guatemala entregó al “Chapo”, en 1993, lo traían amarrado como un cerdo en una camioneta destartalada, con un sólo militar que lo estaba custodiando. Si hubiera sido el grandísimo capo que el Gobierno nos quería hacer creer, pues lo hubieran estado custodiando un montón, pues pensarías que va a haber un operativo de rescate. “El Chapo” no era nada. Tan no era nada, que cuando en ese momento el general Carrillo Olea lo recibe ahí en la frontera con Guatemala y lo sube a un avión, “El Chapo” se pone a llorar. Se rompe, se quiebra y comienza a contar todo. Comienza a contar quiénes son sus cómplices en la Procuraduría General de la República (PGR), y comienza a contar quiénes protegían a los Arellano Félix en Tijuana. Un capo-capo no hace eso a las primeras de cambio. “El Chapo” Guzmán no es la figura que nos quieren vender. Recuerdo cómo Medina Mora, en los primeros días del Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, decía: ‘es que es imposible reaprehender al Chapo, yo hasta lo admiro’. Ya después, muchos años después, cuando vimos el video que graba para Kate del Castillo y Sean Penn, dijimos: ‘bueno, si este es el hombre que es la súper mente siniestra que gobierna al narcotráfico en el mundo, pues no se los creo’. Eso es lo que yo quería decir en el libro Los señores del narco. Si no era él, tampoco era muy claro para mí quién sí era. Lo que retrato ahí es que contaba con la complicidad de tantas personas, el grupo criminal ya era grande… En Los señores del narco hablo con una fuente de información que me dice: ‘es que El Mayo es el verdadero jefe del Chapo. Eso es, lo reconozco, una línea en Los señores del narco. Esta línea que parecía no tener sustancia, que parecía sólo ser el dicho, toma sentido después de nueve años de investigación periodística, los cuales inician en 2011 y concluyen ahora en El traidor. Descubrí en estos nueve años quién es el verdadero jefe… Y sí, es Ismael “El Mayo” Zambada, quien no sólo utilizó al “Chapo” como un distractor, sino que lo traiciona al final.
–Hay una llamada, una entrevista radiofónica, que es la que te lleva de Los señores del narco a El traidor. Vicente Zambada Niebla, “Vicentillo”, te escucha
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Source: Mexico