Los libros que El Chapo lee en prisión

El mayor líder narcotraficante mexicano ha pasado de leer un clásico a la superación personal.

Joaquín “El Chapo” Guzmán enfrenta su proceso de extradición a Estados Unidos desde una prisión de máxima seguridad en donde lee textos de superación personal y come una vez que un perro ha probado los alimentos para garantizar que están en buen estado.

Guzmán, capturado por tercera ocasión a principios de año, se encuentra bajo una vigilancia más estricta que incluye también guardias permanentes fuera de su celda y una limitación en las visitas de sus abogados y familiares, y aunque tampoco puede ver televisión o escuchar radio, sí tiene la posibilidad de leer.

Dos funcionarios federales con conocimiento directo sobre las condiciones en que está recluido el capo dijeron a The Associated Press que cuando fue recluido de nuevo al penal del Altiplano las autoridades le dieron el libro “Don Quijote de la Mancha”, el cual ya terminó y ahora tiene en sus manos “Una vida con propósito”, un texto de superación personal del pastor evangélico Rick Warren.

Los funcionarios hablaron bajo condición de anonimato por políticas de seguridad que les impiden dar detalles del caso.

Considerado el líder del cartel de Sinaloa, Guzmán es uno de los capos más escurridizos que tras ser sometido a mayores condiciones de vigilancia denunció, junto con sus abogados e incluso su pareja sentimental, que no lo dejan dormir y que incluso han puesto en riesgo su salud.

Autoridades han rechazado cualquier maltrato y han dicho que todo es parte de un nuevo protocolo puesto en marcha para evitar una nueva fuga de un capo que ha logrado escaparse en dos ocasiones de penales de máxima seguridad, la última a través de un túnel que llegó hasta la regadera de su celda.

El gobierno federal sostiene que el entorno de “El Chapo” tiene en marcha una estrategia para intentar que se disminuya la vigilancia a la que es sometido en el penal del Altiplano, el mismo del que se fugó y que luego sufrió modificaciones para evitar un nuevo escape, como reforzar los pisos y cambiar las cámaras de seguridad.

Los funcionarios dijeron que contrario a lo que dicen los abogados y familiares, Guzmán duerme con regularidad, aunque es constantemente observado por dos guardias que están afuera de su celda las 24 horas del día.

Los pisos de la prisión fueron reforzados con 40 centímetros de concreto y el túnel de 1,5 kilómetros por el que se escapó fue bloqueado y colapsado en partes tanto con concreto como acero.

Antes de su escape, comentaron, a Guzmán se le permitió tener visitas conyugales cada nueve días. Además, se le permitía al capo tener viagra.

Desde su última captura el 8 de enero, Guzmán no recibe viagra y en los 69 días que ha estado en prisión tampoco ha tenido visitas conyugales. De hecho, apenas solicitó permiso para ese tipo de visitas esta semana, comentaron.

“El Chapo” no tiene permitido tener contacto con otros presos, ni con los guardias, porque previo a sus dos fugas anteriores ha utilizado ese tipo de contactos a su favor, dijeron los funcionarios.

Refirieron que en su primer fuga en 2001, por ejemplo, Guzmán se ganó la confianza de uno de los guardias dándole 20 pesos (unos dos dólares en aquel momento) para comprar un refresco.