Hace poco más de un año estaba la promesa de que Xiaomi iba a salir de China y no sólo que probaría suerte en otros mercados, sino que el plan era “convertirse en el fabricante número 1 de teléfonos, junto con Apple”.
Obvio ese sueño fue demasiado ambicioso y la compañía asiática prefirió expandirse poco a poco, comenzando en otros países de Asia.
Pero después de tantos rumores, importadores que inflaron demasiado los precios para aprovecharse de la popularidad —de la marca— y mucha expectativa, Xiaomi decidió al fin moverse a América Latina y en específico, tratar de competir en el complicado contexto económico de México.
El gran desafío de Xiaomi
La noticia no es del todo una sorpresa, pues hace pocos días Xiaomi llegó a Colombia, así que era cuestión de tiempo para que sucediera en el resto de Latinoamérica. Aunque a diferencia del territorio colombiano, en México la situación es un tanto difícil, porque este fabricante llega a pelear contra otros que ya ofrecen precios muy competitivos para la gama media, además del ya conocido esquema de impuestos y aranceles que inevitablemente suben el costo de todo lo importado.
Y es que aquí es donde debemos recordar que la fortaleza de Xiaomi está en dar algo de mucha calidad —tanto en materiales de fabricación, como en experiencia de software—, a cambio de poco dinero.
De hecho para lograrlo, la compañía ahorra en publicidad y elimina intermediarios, gracias a que distribuye únicamente en línea y que hace una gran labor de evangelización con sus compradores, muy similar a la de Apple —los que usan teléfonos de Xiaomi se han vuelto tan devotos como los fans del iPhone—.
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