El primer frente de México en el Estados Unidos de Donald Trump no está al otro lado del Río Bravo. Las batallas se han empezado ya a librar a menos de un kilómetro de la Casa Blanca. Apenas mil pasos separan la residencia presidencial, que en pocas semanas ocupará Donald Trump, de la embajada mexicana desde donde despacha Carlos Sada, el avezado diplomático al que, ante la tormenta Trump, el presidente Enrique Peña Nieto nombró en abril embajador en la capital del país más importante económica, política y culturalmente para México. En entrevista con EL PAÍS, Sada confirmó las primeras tomas de contacto con el equipo del próximo presidente de Estados Unidos y analizó las medidas de contención que México ha preparado ante el huracán Trump.
Pregunta. Usted ha comenzado los encuentros con el equipo de transición de Trump. ¿Se puede hablar de una agenda común?
Respuesta. He estado platicando con algunos interlocutores válidos para posicionar la agenda de México. Lo que necesitamos es hacer entender a nuestro socio que un México seguro, próspero, no solo es en interés de los mexicanos, también lo es en interés de la relación estratégica que tiene EE UU con México.
P. ¿Ha habido receptividad al mensaje de México?
R. Creo que sí, porque hay argumentos muy sólidos. México es el único país en el mundo con el que EU tiene un porcentaje de integración en sus cadenas de producción del 40%. No lo tienen ni con Canadá, que es del 25%. Las otras cadenas de integración no son ni remotamente lo completas, complejas y sofisticadas que son las que existen entre EU y México. Es una relación estratégica, de complementareidad, y que nos da competitividad a los dos países, más bien a los tres. Tenemos que pensar que somos una región, no podemos pensar en lo individual los tres países. Y creo que cuando hacemos la argumentación, hay mucha receptividad, y tenemos que seguir insistiendo para que todos tengamos la misma concepción de esta relación estratégica entre los tres países.
P. Sin embargo, Trump ya ha dicho que en el primer día de su presidencia empezará a renegociar el NAFTA. ¿Cuáles son las líneas rojas de México?
R. No podemos adelantar vísperas, es decir, no sabemos exactamente cuál será la estrategia puntual. Lo que se ha dicho es una cosa y, ya en el terreno de la realidad puede ser otra, pero ciertamente México ha dicho que por supuesto queremos modernizar NAFTA. Todos deberíamos ganar y, ¿cómo podemos ganar? Sentándose de manera razonable, analizando diferentes alternativas en donde el tratado de libre comercio tenga posibilidades de ser más competitivo e ir ganando mayor terreno en el comercio mundial y no retroceder.
P. Entonces, ¿hay margen para la negociación?
R. México ha dicho que sí queremos modernizar. ¿A qué nos referimos? Es un convenio que se firmó hace 22 años y desde entonces han cambiado muchas cosas, el mundo ha evolucionado, a eso nos referimos con modernizar, (ver) qué elementos adicionales se pueden incorporar para ser todavía más competitivos.
P. Trump también habla de imponer aranceles de hasta 35% a productos importados de México. ¿Esto es también negociable?
R. Hay una actitud de apertura de México para ver, en la coyuntura actual, pero sobre todo en el mediano y largo plazo, qué es lo conveniente para nuestro país y, obviamente, el señor Trump mirará lo conveniente para EE UU. Pero los intereses están integrados, no podemos separar unas economías que ya están muy reconocidas a nivel mundial y que han dado mayor competitividad.
P. Otro de los grandes frentes en el que México está en primera línea de fuego es la inmigración. Tras la victoria de Trump, usted envió un mensaje de tranquilidad a los mexicanos y además se acaban de anunciar 11 acciones inmediatas de atención a la población mexicana del país. Esto no sucedió tras la elección de Obama. ¿Por qué ahora?
R. Siempre tratamos de estar, en la medida de lo posible, un poco más adelante de los acontecimientos que pueden afectar a nuestra comunidad. Lo que queremos es que nuestra comunidad esté tranquila, que no entre en nerviosismo anticipado y no tome una decisión precipitada. Estamos preparados para recibir cualquier medida que vaya a afectar a nuestra comunidad y tener los mecanismos ya operando y no esperar a lo que puede llegar a a suceder.
P. ¿Va a pagar México por el muro?
R. Por supuesto que no. No lo vamos a pagar, de manera que pueden estar tranquilos todo el mundo porque México no va a pagar ese muro.
P. Usted lleva más de dos décadas en EU ¿Le duele que este país, mediante Trump, la haya tomado con los mexicanos?
R. Lo que no debe ser es el trato injusto a otro país. Cuando tienes a un vecino, tienes a un socio, tienes a un amigo, y tienes a un país estratégico para la relación y la seguridad del propio país vecino, EU en este caso. Me parece que es injusto que se trate de esa manera al otro país. Por eso insistimos mucho en que se conozca a fondo, para que entiendan bien esta relación. No queremos ser el punching bag de esta relación.
P. ¿Se puede destruir esta relación?
R. Lo que no queremos es que haya alguna desmejoría. Nosotros vemos cómo podemos funcionar mejor como país, no cómo podemos involucionar, sino evolucionar, con una estrategia conjunta. Y creo que hay las condiciones para hacerlo. No decidimos quién va a ser presidente de EE UU o primer ministro de Canadá. Allí está (Justin) Trudeau y, en unos días, estará Trump y vamos a trabajar con ellos, con todos. No importa quién es el que esté en una posición u otra, México va a trabajar con todos.
Vanguardia