Jesús Malverde, “el santo de los narcos”, se vuelve objeto del arte, las novelas se sumergen en el mundo de la droga y los narcocorridos cantan a los traficantes; es la narcocultura que impregna la sociedad mexicana y se desliza no sólo en las artes, sino también en el modo de vida.
Hablar de narcocultura es hablar del auge de productos que versan sobre el narcotráfico en el mundo de la literatura, la música o el cine, y de cómo sus raíces se encuentran aferradas a la sociedad.
Es lo que la doctora Vittoria Borsò llama “los dos polos de la narcocultura”, y que comprenden, por una parte, los elementos vinculados con lo que entendemos “de manera estrecha” por cultura.
Por otra, engloba lo relacionado con los “regímenes de poder tanatológicos que consideran la vida como un mero material que puede ser aniquilado”, señaló Borsò durante un simposio sobre narcodependencia celebrado en la capital mexicana.
El artista urbano Luis Romero, conocido bajo el nombre de Watchavato, es uno de los exponentes de cómo el narcotráfico se refleja en las artes.
Él es el creador de la serie “Infinitas gracias”, que consistió en la impresión de 2 mil 500 billetes de un dólar con el rostro de Jesús Malverde que el artista pegó en las calles mexicanas y ciudades extranjeras.
Su trabajo con la figura del “santo de los narcotraficantes” viene motivado por los recuerdos de su infancia, cuando su madre le llevaba a la capilla de Malverde, a quien él quiso tratar como una persona cercana e incluso “de la familia”, dijo el artista a Efe.
“Siempre aclaro que nunca he hecho apología al narco con mi trabajo, más que nada lo que he hecho es mostrar el contexto en el que nací y crecí”, señaló refiriéndose a su ciudad natal, Culiacán (estado de Sinaloa), donde Malverde es “un ícono muy identificable de toda su cultura”.
A pesar de esto, Watchavato reconoce que hay otros artistas que han adoptado el tema de manera “oportunista”, pero que “como no lo vivieron, es muy fácil que lo saquen de contexto” o que lo exageren.
Información de EFE