Entre 1985 y 2014 se registraron un total de 47 mil 178 homicidios de mujeres en México. Durante ese último año hubo en promedio 6.3 mujeres asesinadas cada día. Entre 2008 y 2012 las cifras aumentaron hasta su cúspide en el último año del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, cuando hubo un repunte de 138 por ciento, un punto en el que todos los avances alcanzados los 23 años previos no sólo se habían perdido, sino que se llegó a niveles nunca antes registrados.
Los datos anteriores vienen del documento La violencia feminicida en México, aproximaciones y tendencias 1985-2014, un informe realizado en conjunto por la Secretaría de Gobernación (Segob), el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) y la Entidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer (ONU Mujeres), presentado esta semana en medio de un clima de hartazgo e impunidad en el que no sólo imperan las noticias sobre feminicidios en sitios antes inimaginados, como Guanajuato o Puebla, sino que las denuncias por acoso sexual en la calle o el transporte público han vuelto a encender focos rojos ignorados por autoridades y ciudadanos.
Este domingo cientos de mujeres salen a las calles para exigir el respeto olvidado no sólo por sus agresores, también por las leyes, funcionarios públicos, medios de comunicación, y cibernautas que en ocasiones se convierten en barreras y victimarios.
Los ejemplos sobran: en 2013 Yakiri Rubio estuvo presa 18 meses acusada del homicidio de su violador.
Hace apenas unos meses se conoció el caso de una mujer de 60 años, originaria de Quintana Roo, que fue condenada por herir a su agresor en defensa propia. Lleva nueve meses en la cárcel.
La periodista Andrea Noel y la universitaria Gabriela Nava denunciaron con videos en la mano a hombres que, en la vía pública, las agredieron sexualmente. Las redes sociales les sirvieron para acusar también que las autoridades pusieron trabas en el procedimiento, pero fueron estas mismas plataformas, el medio para que les llegaran insultos y amenazas.
“Eso le pasa por puta y por andar usando minifalda” fue uno de los comentarios más ligeros que la estadounidense Noel recibió vía Twitter. “Hago una disculpa por este medio por mi acto tan bajo, a la próxima te voy a violar”, fue otro. Posteriormente denunció que fue señalada por un rayo láser proveniente de un automóvil BMW, mientras trabajaba cerca de la ventana de su departamento.
En el mismo tema, un columnista del sitio SDP publicó un texto equiparando la historia de Andrea con la de la ficticia película La vida de David Gale, donde la llama “feminazi”.
Con Nava, los mensajes personales en su bandeja de Facebook iban de la desacreditación a las amenazas: “Pronto te tocará piso”, “En los próximos días […] una camioneta te levantará, te llevarán a una casa de seguridad, te atarán, te despojarán de tu puta ropa y te violarán con botellas”… Después, la estudiante acusó que
Ambas, junto con Yakiri, lanzaron la campaña #NoTeCalles, para llamar a las mujeres a denunciar cualquier tipo de abuso, pues pese a que tan sólo en la Ciudad de México se hacen en promedio nueve denuncias diarias de violación, abuso o acoso sexual, según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, únicamente
Casos de violaciones, abuso y acoso sexual en lugares públicos y privados constan en 32 mil 976 expedientes que entre el 1 de enero de 2006 y el 31 de enero de 2016 se abrieron en los ministerios públicos de la capital mexicana, según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, organizaciones civiles calculan que el 90 por ciento de este tipo de delitos no son denunciados y de los que sí, sólo el dos por ciento termina con la consignación del presunto responsable.
“La discriminación contra las mujeres y las niñas, así como la desigualdad de género, tienen su expresión extrema en los actos cotidianos y sistemáticos de violencia que se cometen contra ellas. Esta violencia se ejerce todos los días y en todos los ámbitos y constituye una de las violaciones a los derechos humanos de las mujeres más reiterada, extendida y arraigada en el mundo. Impacta en la salud, la libertad, la seguridad y la vida de las mujeres y las niñas, socava el desarrollo de los países y daña a la sociedad en su conjunto.
Niñas, mujeres jóvenes, adultas y de edades avanzadas viven en riesgo constante de sufrir algún tipo de violencia, y prácticamente todas, en algún momento de su vida, han sido víctimas de violencia o han experimentado su amenaza por el simple hecho de ser mujeres.
La violencia contra las mujeres y las niñas –cuyo resultado puede llegar a ser la muerte– es perpetrada, la mayoría de las veces, para conservar y reproducir situaciones de subordinación. Los asesinatos de mujeres y niñas perpetrados por razones de género, es decir, aquellos que se realizan con dolo misógino, son la expresión de la violencia extrema que se comete contra ellas por el hecho de ser mujeres. Una constante en los asesinatos de mujeres es la brutalidad y la impunidad que los acompañan. Estos crímenes constituyen la negación del derecho a la vida”.
– Fragmento del informe La violencia feminicida en México, aproximaciones y tendencias 1985-2014
Fuente: Sin Embargo