Presión arterial, factor nuno de muerte en el mundo

La hipertensión arterial es la enfermedad más importante que existe; se trata del factor número uno de muerte en el mundo, advirtió Gerardo Gamba, investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM y director de investigación del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ).

Al participar en el marco del XIX Congreso de Carteles Dr. Lino Díaz de León, explicó que “ni todos los cánceres juntos, más la cirrosis y los accidentes, matan a tanta gente como la hipertensión arterial. Jamás han habido tantas muertes por cáncer de mama como por hipertensión. Pero ésta última no suena.

El científico explicó que se trata de una enfermedad poligénica hereditaria; tiene una predisposición genética y cuando el medio ambiente es el apropiado, aparece, y dicho ambiente consiste en “sal y obesidad”.

La sal se consume en forma importante desde hace muchos años, porque la civilización trajo consigo la necesidad de conservar alimentos. “Hoy utilizamos como siete veces más de la que necesitamos, porque 90 por ciento de la que comemos ya viene con los alimentos que compramos, y sólo 10 por ciento es lo que agregamos a la hora de cocinar”.

Ésta fue una solución tan importante, que durante cientos de años a la gente se le retribuía con sal. “Por eso le llamamos salario a lo que nos pagan ahora”, precisó Gerardo Gamba.

Se trata de un producto importante en la epidemia de hipertensión arterial; 30 por ciento de la población mexicana la padece, pero es aún más si se toma en cuenta que a los niños no les da; es decir, 50 por ciento de los adultos de México la presenta.

Es peligrosa porque acelera los procesos de aterogénesis y “entonces la gente muere de un infarto cerebral o miocárdico, o de insuficiencia renal a los 60 años, 15 o 20 años antes de lo que hubiera ocurrido si no tuviera hipertensión. Por eso, esta enfermedad es claramente reconocida como el factor de riesgo número uno”.

En la curva de función renal, explicó, hay un punto de equilibrio en la presión normal, en el cual vivimos en la proporción perfecta entre la ingesta y la excreción de sal. El que no vive ahí, está deshidratado o hinchado.

Si ese punto se altera para cualquiera de los dos lados, inmediatamente el riñón echa a andar mecanismos para tratar de compensarlo. Si la presión se va para abajo, desarrollamos oliguria o disminución de la producción de orina, problema grave que nos puede matar en las siguientes horas. Si por el contrario, la presión arterial sube, aumenta la excreción urinaria de sal.

El experto explicó que tenemos sistemas hormonales que regulan la presión arterial minuto a minuto. Si aumentamos la ingesta de sal, inmediatamente lo que iba a subir la presión arterial es compensado por mecanismos hormonales, entre ellos, el sistema renina- angiotensina, catecolaminas, óxido nítrico y vasopresina, entre otros. “No vemos el cambio, porque quien compone esto a largo plazo es la excreción urinaria de sal”.

Un paciente hipertenso tiene una combinación genética que provoca que necesite elevar su presión arterial para entrar en balance de sal. Si consume mucha y tiene predisposición para ser hipertenso, aumenta su presión arterial porque de lo contrario se hincha –si son los pies, es sólo molesto, pero si se hinchan los pulmones, es grave–; entonces, “el organismo elige subir la presión arterial porque eso nos va a matar dentro de 15 años, no dentro de 10 minutos”.

Para que un individuo sea hipertenso en forma crónica y sostenida debe tener una alteración entre la comunicación de la presión arterial con los mecanismos excretores de sal en el riñón. Prueba de ello es que en todas las enfermedades genéticas hereditarias monogénicas, que modifican la presión arterial para abajo o para arriba, los genes identificados codifican para proteínas que tienen que ver con la reabsorción de sal o con su regulación.

Gerardo Gamba señaló que en ese órgano se filtra el plasma, que se convierte en ultrafiltrado y, a lo largo de túbulos, se convierte en orina. “Filtramos 180 litros al día y reabsorbemos 179; este es el órgano con mayor gasto de energía de todo el organismo, por mucho”, concluyó.