En lo que fue la orilla cenagosa del antiguo lago de Xaltocan, arqueólogos mexicanos recuperan los restos de un mamut que pudo haber sido destazado en el mismo sitio. El ejemplar, que vivió en el periodo final del pleistoceno (hace 14 mil o 12 mil años), fue localizado de manera fortuita mientras se llevaban a cabo trabajos para introducir el drenaje en la localidad de San Antonio Xahuento, municipio de Tultepec, Estado de México, sitio que ha cobrado celebridad por su actividad en la pirotecnia.
Luis Córdoba Barradas, arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que dirige los trabajos de recuperación de los restos óseos, afirmó que la postura en la que se localizaron los restos indica que el ejemplar, de alrededor de tres metros, debió haber sido parcialmente destazado por un grupo humano u otros depredadores, luego de que el animal quedó atascado en el fango debido a su peso.
Los restos fueron ubicados en diciembre pasado sobre la calle La Saucera a menos de tres metros de profundidad por lo que resultaron afectados durante las obras, a unos cuantos centímetros de donde trabajan los arqueólogos se observan los tubos de concreto del drenaje que fue introducido.
Hasta el momento, la excavación ha hecho posible la recuperación de al menos 60 huesos, de los cuales una decena corresponde a costillas y otra a vertebras, aunque también se han identificado húmeros, fíbulas, un fémur, escápulas, cúbitos y radios.
Se trata de un adulto joven, posiblemente de 20 a 25 años de edad, que pudo haber medido 3 metros de altura, es decir que tenía gran tamaño porque sus defensas (colmillos) miden 1.30 metros de largo y casi 18 centímetros de diámetro”, informó Córdoba Barradas. Al norte del área de trabajo también ha sido ubicado el cráneo del mamut, de donde se distinguen los colmillos y un molar superior.
HALLAN RESTOS DE PALOMARES
Como suponían los especialistas, bajo la lápida de la primera mitad del siglo XVI descubierta frente a la Catedral Metropolitana, han sido encontrados los restos mortuorios del canónigo español Miguel de Palomares, quien fuera integrante del primer cabildo eclesiástico de la Catedral de México.
Los arqueólogos del INAH removieron en días pasados la losa descubierta el 26 de febrero cuando se realizaban trabajos para iluminar la fachada de la Catedral; bajo la lápida encontrada a menos de 1.5 metros de profundidad del nivel de calle se toparon con la osamenta del religioso que habría llegado a México procedente de la diócesis Calahorra.
Antes de su llegada a la Ciudad de México, De Palomares, cumplió un periodo en Veracruz.
Fuente: Excélsior