Los cambios realizados en el proyecto del Tren Maya ocasionaron que su costo ronde ya los 180,000 millones de pesos (30% más respecto del monto registrado ante la Secretaría de Hacienda en enero del 2020), pero eso no significa que se haya fallado en su planeación, defendió Rogelio Jiménez Pons, quien al mismo tiempo afirmó que la participación de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para inaugurarlo a finales del 2023 será fundamental, informó El Economista.
En entrevista, el director del Fondo Nacional del Fomento al Turismo (Fonatur) dijo que aún se evalúa si el Ejército será el encargado de la operación del tren y si van a construir algunas de las estaciones (que requerirán inversiones de los 60 millones a los 2,000 millones de pesos) para acelerar la construcción.
Por lo pronto, sigue en análisis la figura jurídica a utilizar para que los activos del proyecto ferroviario sean salvaguardados por la Sedena, quien también administrará los ingresos a petición del Presidente Andrés Manuel López Obrador. El objetivo es evitar que se privatice en el futuro.
“El costo total se va a ir a 180,000 millones de pesos, seguramente, porque aumentó el alcance, pero estamos dentro de un parámetro razonable todavía y será rentable por los negocios de turismo y carga. Es distinto hablar del tren original que funcionaría el 100% con diésel (ahora la mitad será eléctrico, por lo que se requiere de otro material rodante), que en su mayoría era de una vía sencilla (ahora la mitad será doble vía), y que el atractivo tramo de Cancún será elevado, porque es la mejor opción”, detalló Pons.
Hasta diciembre pasado, el Tren Maya mantenía un requerimiento de inversión de 156,000 millones de pesos, que era, a su vez, 12% superior al registrado al inicio del 2020 que era de 139,000 millones de pesos, pues aún no se consideraba el costo de la electrificación del proyecto.
En la conversación, el funcionario reconoció que tiene una “gran presión” para terminar el tren en cuatro años (considerando lo que han avanzado a la fecha) y que el plazo ideal para la construcción de un proyecto de la magnitud planteada serían siete años. “El parámetro de planeación y de proyectos de ingeniería básica es muy estrecho en México. En otros países en desarrollo toman más de 10 años. En Inglaterra lleva seis años la planeación y ejecución, es otra situación política”, comentó.
Aun así, su confianza de cumplir la encomienda Presidencial se basa en los dichos de las empresas constructoras que ya están trabajando en los primeros tramos y los asesores internacionales, quienes le aseguran que cumplirán los tiempos fijados y de ser necesario trabajarán día y noche. Al funcionario se le cuestionó sobre la crítica constante de constructores –y sociedad civil en general– acerca de las deficiencias en la planeación de obras de infraestructura en el país.
Source: Mexico