El cambio climático tendrá en la región de América Latina, algunos de sus más fuertes efectos. Varios estudios realizados por instituciones académicas y económicas han advertido que los países, entre ellos México, deben enfocar sus políticas hacia la adaptación de las sociedades en los climas extremos.
En entrevista para SinEmbargo, Francisco Alpizar Rodríguez, Presidente del Comité Científico del Programa de Economía Ambiental para América Latina y el Caribe (Laceep, por sus siglas en inglés), habló sobre la importancia de que México inicie esta serie de acciones a través de una serie de políticas que se enfoquen en la disminución de emisión de gases de efecto invernadero, en atraer más inversiones en infraestructura y de completar una agenda energética de largo plazo.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), esta región, a pesar de tener bajos índices de emisión de gases contaminantes es de las más vulnerables, y los efectos se harán notorios en las principales actividades económicas, en las condiciones sociales como la pobreza y en los ecosistemas.
Se estima que, a nivel global, el promedio de la temperatura podría comenzar a registrar variaciones de hasta dos grados centígrados y las afectaciones más severas estarán en las actividades agropecuarias, en la biodiversidad (que es el 7 por ciento del total en el planeta), el turismo (con pérdida de infraestructura y fenómenos en zonas costeras), los bosques (desaparición de éstos) y la salud (propagación de enfermedades), esto de acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
Para Alpizar Rodríguez, la realidad es que los climas extremos se comenzarán a sentir gradualmente, a pesar de las acciones que los gobiernos de los países emprendan, por lo que tanto México como otros países no deben quedarse rezagados y atender el problema.
“De emprender a la acción, hay un rezago. Eso existe en México y en otros países”, dijo en entrevista con SinEmbargo.
Sin embargo, reconoció que el país está hacienda agenda de cambio climático, como con el impuesto al carbono con el que pretende generar recursos para el gobierno.
De acuerdo con la CEPAL, México es el decimosegundo emisor de gases de efecto invernadero a nivel mundial y el segundo de América Latina, y vive ya periodos de calor más largos, y lluvias y huracanes más intensos. Por su parte, datos del World Resources Institute (WSI) lo ubican como el noveno país en el mundo que más contribuye a esta amenaza.
Información del Banco Mundial (BM) refiere que si el país no aborda el tema del cambio climático, la economía nacional tendrá una reducción de entre 3.5 por ciento a 4 por ciento y los costos podrían ser equivalentes al 6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
Al respecto, Francisco Alpizar comenta que la preocupación de los gobiernos centroamericanos y de México debería centrarse en el tema de adaptación al cambio climático.
“Las predicciones de eventos extremos para esta región, son aterrorizantes, más frecuentes y más fuertes. […] Sin una política de prevención, que tome en cuenta esas predicciones que vienen de fuentes muy confiables- IPCC, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo- no se podrá planear a largo plazo”, dice.
termo-promo
–¿México tiene actualmente una agenda política de cambio climático?
–México es un país con una capacidad de investigación impresionante. Hay gente en el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático; visitadores en el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), que están enfocados al cambio climático.
También está el impulso al impuesto del carbono, que es algo muy innovador. Eso indica que la agenda de cambio climático tiene un componente de reducción de emisiones; además con ese impuesto se logra una importante generación de recursos para el gobierno.
–¿Estos programas tienen los resultados que se buscan al emprenderlos?
–El impuesto a la emisión de carbono es nuevo, pero los números harán a México pionero en la instrumentación de estas medidas. Hay otros países, como Canadá que por el impuesto al carbono, se ha obtenido una recaudación importante. El impuesto mexicano es bajo, también hay lugares en los que la tarifa es más alta, pero el asunto es empezar.
–Posterior a la recaudación, ¿en qué debería ocuparse el dinero obtenido?
–Típicamente, los impuestos entran a las arcas del gobierno y de ahí se distribuyen según las prioridades del Estado. Sin embargo, independiente de las emisiones que en este momento se logren reducir o de lo que se haga por cambiar el comportamiento de esas emisiones, habrá un cambio significativo en el clima. Se decía que se llegaría a dos o tres grados centígrados más de temperatura, pero nuevas estimaciones señalan que el aumento será de tres a cinco grados, y esto tendrá grandes consecuencias para la economía mexicana en el tema de la pobreza, en el acceso al agua tanto para consumo humano como para la agricultura.
Es importante prepararse para esto. Lo peor que puede pasar es que este incremento, que será gradual, atrape a los países por sorpresa, por lo que se hace importantísima la inversión en cambios tecnológicos que ayuden a los agricultores a mudarse a actividades menos vulnerables a la sequía, por ejemplo. Entonces, la posibilidad de utilizar esos fondos para adaptación, será muy importante. Siempre se puede argumentar que hay otras prioridades, pero la adaptación tiene que ser una de ellas. Muchas veces la adaptación no es sólo para mitigar los efectos del cambio climático, sino que también forma parte de una agenda de reducción de pobreza y para aumentar el bienestar de las personas.
–Pero México y Centroamérica son de las regiones en las que habrá impactos ambientales más fuertes…
–Sí, y la preocupación de los gobiernos centroamericanos y de México debería centrarse en el tema de adaptación al cambio climático. Las predicciones de eventos extremos para esta región, son aterrorizantes, más frecuentes y más fuertes. Eso golpeará las costas (que son de por sí zonas ya muy vulnerables). Sin una política de prevención, que tome en cuenta esas predicciones que vienen de fuentes muy confiables- IPCC, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo- no se podrá planear a largo plazo. Tiene que darse en acciones en conjunto, es decir, con esfuerzos en reducir nuestras emisiones, ya que es una responsabilidad con el planeta, pero prepararse también para las consecuencias de cambio climático, que de todos modos, van a ocurrir.
–¿En México se está trabajando adecuadamente para una adaptación?
México está bien posicionado para empezar. Lo que pasa con el tema de la adaptación es que cruza sectores, por ejemplo, el de infraestructura, que no sólo se refiere a carreteras, sino a sistemas de agua potable y generación de electricidad. A todo es hay que hacerle una revisión completa para ver qué tanto van a soportar cambios en los patrones de lluvia, inundaciones, etcétera. En la agricultura mexicana por ejemplo, se tendrían que identificar qué sectores van a ser los que van a estar más expuestos a los cambios en temperatura y en la precipitación para repensar el riego; las políticas de apoyo a empresas privadas para que haya cambios tecnológicos, para haga un uso más eficiente del agua, etcétera.
–¿México tiene prioridad en este tema?
–México tiene una agenda de apoyo a las familias con programas como Oportunidades, que es reconocido a nivel mundial, por lo que el interés y la importancia en la reducción de la pobreza y la vulnerabilidad, el acceso a mejor educación, a mejores servicios de salud, etcétera, están en la agenda, pero siempre se puede hacer más.
– ¿Se entiende la importancia de atender el cambio climático desde ahora?
–Yo interactuo con la academia mexicana y ahí el problema está muy claramente establecido, está estudiado y hay gente de muchísimo nivel. Hay excelentes investigadores que tienen el problema muy bien estudiado.
–Mucho se ha hablado de la Reforma Energética en materia económica, pero tiene detalles en algunas consecuencias ambientales como el fracking…
–Una agenda energética no puede ser de corto plazo. Una agenda energética tampoco puede mirar exclusivamente a una fuente de energía, sin mirar sus externalidades. Todas las fuentes de energía y maneras de obtener energía del viento, del sol, del gas natural, del petróleo, tienen que ser parte de una matriz energética, pero no se pueden ignorar las consecuencias que hay en la extracción.
Los países realmente desarrollados en energía se están moviendo hacia una agenda con una mayor presencia de fuentes solares, viento y en menor medida gas natural. No hay ninguna razón por la cual nuestros países deban quedarse rezagados. Por ejemplo, el precio de la energía solar viene en picada y la presencia de esa energía en México es prácticamente nula, cuando el país tiene un enorme potencial en esta materia, por lo que es algo que no se ha aprovechado.
Sin Embargo