Son casi un millón de víctimas de la violencia en México quienes han enfrentado una gran dolor, porque alguien de su familia se cuenta entre los más de 175 mil homicidios o de los 26 mil 798 casos de desaparecidos, reportados desde 2006 a la fecha, por el Inegi y por el Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), según un extenso reportaje de Excélsior.
“Cada asesinato o cada desaparición afecta de manera significativa a cuatro miembros de la familia, porque todos estamos íntimamente relacionados, por lo menos, a cuatro personas: a un padre, a una madre, a un hermano y a un hijo. Cuando tu destruyes a un ser humano, destruyes a una familia también”, asegura Julia Inés Calzada, presidenta de la iniciativa ciudadana Maestros de Vida (Mavi).
Julia Inés se dedicó a reunir a reconocidos especialistas para comenzar esta iniciativa. Llamó a expertos de la salud mental, a líderes en el budismo o de la iglesia católica como el padre José Alejandro Solalinde, con el objetivo de que todos juntos acompañaran y aportaran herramientas a las víctimas de la violencia, que por lo general deben superar solos su sufrimiento, y les ayudaran a recobrar el sentido de la vida, como ella lo pudo hacer gracias a la ciencia y la espiritualidad, después del asesinato de su papá.
“Yo nunca en mi vida había visto tantas víctimas, nos estamos acostumbrando a ver estos dolores como cotidianos, por eso creo que no hay algo más oportuno que esta iniciativa (Mavi). Podamos buscar esas propuestas que reconstruyan lo que la violencia ha destruido y que el duelo de los familiares se transforme en un aprendizaje”, comenta a Excélsior, el padre Solalinde.
Hay una palabra que cada uno de los involucrados en Mavi al ser entrevistados por la reportera la refieren como imprescindible para que las víctimas puedan recuperar su vida: “Resiliencia”, la capacidad de transformar el dolor y la desgracia en una fuerza motora para salir adelante.
“Lo que yo hice fue apoyarme de maestros que me ayudaron a entender que mi herida nunca iba a desaparecer por su misma profundidad, y al aceptarlo, preferí que mi dolor se convirtiera en mi inspiración para que mi papá se sintiera orgulloso y apoyar a otras víctimas que también han sufrido una pérdida irreparable.
“Es impresionante que en México viviendo una situación de violencia como la que enfrentamos, en la agenda nacional y en la cabeza de la gente no esté la palabra resiliencia. Como sociedad debemos participar en la sanación de todos los mexicanos”, comenta Julia.
Desde que comenzó la estrategia militar en contra del narcotráfico, aumentó un 20 por ciento los casos de estrés postraumático que llegaban a la consulta privada de Humberto Guerrero, director la Sociedad Mexicana de Investigación en Salud Mental.
“Esta violencia está afectando el tejido social y la salud mental de todos los mexicanos de una manera directa o indirecta. Podríamos considerar una pérdida traumática, por ejemplo, cuando los niños del norte de país presencian el levantamiento o el asesinato de sus padres por el crimen organizado”, explica el doctor Humberto Guerrero.
Antes, en siquiatría, el estrés postraumático sólo se relacionaba con episodios de guerra como los que experimentaban los soldados en Vietnam, donde las víctimas siempre tenían la respuesta encendida del estrés en el cerebro, provocando el deterioro de varios sistemas: el nervioso, el endócrino, el sistema inmunológico y perdiendo su calidad de vida.
“Ahora este tipo de estrés ya también se maneja en situaciones ambientales muy adversas como la nuestra, donde vivimos en un territorio con una violencia constante”, explica Edilberto Peña León, neurosiquiatra y director de la Unidad de Investigación del Instituto de Neurocienciencias.
Sin embargo, el estrés postraumático, sólo representa uno de los diferentes trastornos generados por la violencia, porque también se pueden presentar ansiedad o depresión.
“Y si los trastornos no se atienden a tiempo tienen una repercusión similar a la de una discapacidad, donde las personas dejan de funcionar en el ámbito laboral, familiar y social”, afirma Peña León.
La primera propuesta de Maestros de Vida fue organizar una serie conferencias hoy miércoles 9 de diciembre en el auditorio 3 del Centro Médico llamada Ciencia-Arte-Espiritualidad y Experiencia para tiempos difíciles. Ahí cada uno de estos expertos científicos, espirituales y artistas entrevistados por este diario propondrán soluciones viables para las miles de víctimas que necesitan hallar consuelo y esperanza.
“Me invitaron a compartir las enseñanzas del camino espiritual budista y técnicas de meditación para que las personas encuentren caminos desde el interior de su ser y consigan responder a la adversidad de una manera constructiva, apacible y sabia”, dice Guen-la Kelsang Dekyong, directora del centro de meditación Kadampa en México.
Hace ocho años cuando el director de cine Hari Sama vivió la muerte de su hija, la felicidad para él se veía muy lejana, pero gracias al arte logró liberar parte de su sufrimiento y recobró su vida.
“A partir de esa pérdida hice una película que se llama El Sueño de Lu” (en la que la protagonista, Lucía, enfrenta el duelo por la muerte de su único hijo). Desde entonces he dado unas charlas en relación a la importancia que puede tener el arte, cuando uno ha pasado por una experiencia similar, y la posibilidad que ofrece como canal de sublimación de un dolor terrible”, asegura Hari Sama.
El gran objetivo de Julia Inés Calzada es difundir masivamente el mensaje de que sí existen posibilidades de recuperar la felicidad luego de sufrir una pérdida irreparable, y para esto también invitó al comunicólogo y mercadólogo Hari Camino, porque asegura que a las víctimas todavía se les considera como “apestadas” y nadie les brinda esperanza ni se les enseñan a cómo poder recuperar el sentido de la vida luego de un dolor tan profundo.
“Quiero decir que aunque no hay soluciones mágicas sí existe esperanza a pesar del dolor que esto genera, de transformar el sufrimiento y manejarlo mejor, que hay formas de hacerlo a través de la perspectiva médica, psicológica y espiritual que pueden ayudan a las personas a recuperar paulatinamente su vida”, concluye Humberto Guerrero, especialista en estrés postraumático.
Son casi un millón de víctimas de la violencia en México quienes han enfrentado un gran dolor, porque alguien de su familia se cuenta entre los más de 175 mil homicidios o de los 26 mil 798 casos de desaparecidos, reportados desde 2006 a la fecha, por el Inegi y por el Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED).
“Cada asesinato o cada desaparición afecta de manera significativa a cuatro miembros de la familia, porque todos estamos íntimamente relacionados, por lo menos, a cuatro personas: a un padre, a una madre, a un hermano y a un hijo. Cuando tú destruyes a un ser humano, destruyes a una familia también”, asegura Julia Inés Calzada, presidenta de la iniciativa ciudadana Maestros de Vida (Mavi).
Julia Inés se dedicó a reunir a reconocidos especialistas para comenzar esta iniciativa. Llamó a expertos de la salud mental, a líderes en el budismo o de la Iglesia católica como el padre José Alejandro Solalinde, con el objetivo de que todos juntos acompañaran y aportaran herramientas a las víctimas de la violencia, que por lo general deben superar solos su sufrimiento, y les ayudaran a recobrar el sentido de la vida, como ella lo pudo hacer gracias a la ciencia y la espiritualidad, después del asesinato de su papá.
“Yo nunca en mi vida había visto tantas víctimas, nos estamos acostumbrando a ver estos dolores como cotidianos, por eso creo que no hay algo más oportuno que esta iniciativa (Mavi). Podamos buscar esas propuestas que reconstruyan lo que la violencia ha destruido y que el duelo de los familiares se transforme en un aprendizaje”, comenta a Excélsior, el cura Solalinde.
Hay una palabra que cada uno de los involucrados en Mavi al ser entrevistados por la reportera la refieren como imprescindible para que las víctimas puedan recuperar su vida: “Resiliencia”, la capacidad de transformar el dolor y la desgracia en una fuerza motora para salir adelante.
“Lo que yo hice fue apoyarme de maestros que me ayudaron a entender que mi herida nunca iba a desaparecer por su misma profundidad, y al aceptarlo, preferí que mi dolor se convirtiera en mi inspiración para que mi papá se sintiera orgulloso y apoyar a otras víctimas que también han sufrido una pérdida irreparable.
“Es impresionante que en México viviendo una situación de violencia como la que enfrentamos, en la agenda nacional y en la cabeza de la gente no esté la palabra resiliencia. Como sociedad debemos participar en la sanación de todos los mexicanos”, comenta Julia.
Desde que comenzó la estrategia militar en contra del narcotráfico, aumentó un 20 por ciento los casos de estrés postraumático que llegaban a la consulta privada de Humberto Guerrero, director de la Sociedad Mexicana de Investigación en Salud Mental.
“Esta violencia está afectando el tejido social y la salud mental de todos los mexicanos de una manera directa o indirecta. Podríamos considerar una pérdida traumática, por ejemplo, cuando los niños del norte de país presencian el levantamiento o el asesinato de sus padres por el crimen organizado”, explica el doctor Humberto Guerrero.
Antes, en siquiatría, el estrés postraumático sólo se relacionaba con episodios de guerra como los que experimentaban los soldados en Vietnam, donde las víctimas siempre tenían la respuesta encendida del estrés en el cerebro, provocando el deterioro de varios sistemas: el nervioso, el endócrino, el sistema inmunológico y perdiendo su calidad de vida.
“Ahora este tipo de estrés ya también se maneja en situaciones ambientales muy adversas como la nuestra, donde vivimos en un territorio con una violencia constante”, explica Edilberto Peña León, neurosiquiatra y director de la Unidad de Investigación del Instituto de Neurocienciencias.
Sin embargo, el estrés postraumático, sólo representa uno de los diferentes trastornos generados por la violencia, porque también se pueden presentar ansiedad o depresión.
“Y si los trastornos no se atienden a tiempo tienen una repercusión similar a la de una discapacidad, donde las personas dejan de funcionar en el ámbito laboral, familiar y social”, afirma Peña León.
La primera propuesta de Maestros de Vida fue organizar una serie de conferencias hoy miércoles 9 de diciembre en el auditorio 3 del Centro Médico llamada Ciencia-Arte-Espiritualidad y Experiencia para tiempos difíciles. Ahí cada uno de estos expertos científicos, espirituales y artistas entrevistados por este diario propondrán soluciones viables para las miles de víctimas que necesitan hallar consuelo y esperanza.
Ayuda
La organización ciudadana Maestros de Vida (Mavi) es una iniciativa para ayudar a las personas que han sufrido una pérdida a superar el dolor.
Busca integrar diversas áreas como la ciencia, los derechos humanos, artistas y herramientas espirituales para plantear caminos en la reparación del daño de las víctimas que han tenido una experiencia traumática y una pérdida irreparable por la violencia.
Cuenta con la ayuda de reconocidos especialistas de la salud mental, líderes en el budismo o de la iglesia católica, como el padre José Alejandro Solalinde.
El dolor por los desaparecidos
El Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) ha informado que en el país hay 26 mil 798 desaparecidos.
La cifra está comprendida por 25 mil 918 casos del fuero común al 31 de julio del presente año
Los casos del fuero federal suman 880 reportes con averiguaciones previas iniciadas entre 2014 y 2015.
De acuerdo con el total de casos denunciados en ambos fueros, 11 mil 938 están reportados entre los años 2013 y lo que va de 2015.
El RNPED establece en las Estadísticas del Fuero Federal, que de los 880 casos registrados entre años anteriores al 2007 y el 2015, 542 han ocurrido entre 2013 y el presente año, lo que significa que en la presente administración han ocurrido el 61.5 por ciento de las desapariciones.