Hoy, a más de 1.200 millones de kilómetros de la Tierra, una solitaria sonda espacial se prepara para morir. Después de casi 20 años en activo, la nave Cassini de la NASA concluirá su misión en 2017 zambulléndose en la atmósfera de Saturno, no sin antes visitar una zona totalmente inexplorada del sexto planeta del Sistema Solar.
Lanzada en octubre de 1997, esta nave fue la primera de la historia que orbitó Saturno. Sus cámaras han retratado como nunca el espectacular planeta, sus imponentes anillos, las lunas Titán y Encélado, que pueden albergar vida, e incluso han descubierto nuevos satélites naturales en plena formación. La misión es fruto de la cooperación entre la agencia espacial de EE UU, la europea, que desarrolló la sonda Huygens que aterrizó sobre Titán, y la Agencia Espacial Italiana.
A finales de noviembre, Cassini comenzó a cambiar de rumbo. Su objetivo inicial es alcanzar una órbita que sobrevuela el polo norte y la parte más externa del anillo F, el más alejado del planeta. A partir de abril de 2017, la nave se acercará a Titán para utilizar su empuje gravitatorio y dirigirse a su “Gran Final”, como lo ha bautizado la NASA. En esta última fase, la nave se adentrará en el espacio entre el anillo más interno y el planeta, una extensión de unos 2.400 kilómetros de ancho en la que nunca antes ha estado ninguna nave humana. Realizará 22 órbitas, cada una con una duración de seis días, y mirará al gigante gaseoso más cerca que nunca. Los datos que transmita pueden responder varias preguntas claves, como cuánto dura exactamente un día en el planeta, cuál es su estructura interna, a qué velocidad gira su inalcanzable núcleo, y cuándo se formaron sus anillos, los mayores del Sistema Solar. Por primera vez analizará partículas de hielo de los anillos principales y las capas externas de la atmósfera, según ha explicado la NASA en un comunicado.