Aunque camuflado como un proceso de adopción, el criadazgo —extendido ampliamente en Paraguay— consiste en realidad en un tipo de explotación laboral infantil con rasgos propios de la esclavitud. El tema ha sido puesto en agenda justamente porque, en enero de este año, una joven de 14 años murió luego de los golpes propinados por su patrón, que la encontró besándose con un albañil.
El Parlamento paraguayo inició una serie de debates para evaluar la prohibición de esta práctica, aunque aún existen resistencias para abordar el tema. Se estima que 47.000 menores se encuentran en esta situación.
¿Qué es el criadazgo?
Este sistema consiste en que las familias pobres envíen a sus hijos como criados a casas de familias adineradas. A cambio, garantizan las necesidades y educación básicas del niño.
Mabel Benegas, vocera de la ONG paraguaya Global Infancia, explicó a la BBC que esta práctica se extendió a partir de dos conflictos bélicos que vivió el país: las guerras de la Triple Alianza (1864-1870) y del Chaco (1932-1935).
9 de cada 10 víctimas de explotación sexual fueron previamente trabajadors infantiles domésticos en el sistema de criadazgo
En esos periodos, “las familias quedaron desmembradas y la figura paterna prácticamente desapareció”, detalló Benegas. Luego de la guerra de la Triple Alianza, Paraguay perdió el 90 % de su población masculina. Por ese motivo, “las mujeres tenían que hacerse cargo de la crianza de sus hijos. Entonces, como una forma de afrontar esta situación de pobreza, tuvieron que recurrir a esta práctica”, añade la representante de Global Infancia.
En las zonas rurales de ese país sudamericano la infraestructura en educación y salud es muy escasa, por lo que, aún hoy, el criadazgo supone una forma de darle una oportunidad a los descendientes. Al comienzo, relata Benegas, se hacia entre miembros de la misma familia como forma de contención pero, posteriormente, se transformó en el sistema actual.
La esclavitud moderna
Hace años, Global Infancia comenzó la campaña ‘Termina con el criadazgo’, no solo por la potencial pérdida de derechos para el menor, sino porque resulta ilegal, debido a que no existe un proceso formal de adopción.
“Creemos que dos son los pilares que sostienen esta práctica. Por un lado, la familia que envía a sus hijos a la capital a trabajar lo hace porque cree que tendrá un futuro mejor en educación, alimentación y vivienda, pero desconocen a qué riesgos están expuestos”. Por otro, la familia que acoge cree que hace “una práctica de caridad o solidaria”, sostenía Benegas en una entrevista en 2013.
Regina Castillo, representante en Paraguay del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), también detalló a la BBC que “el criadazgo es una forma de esclavitud moderna que priva a los niños de su familia y de su niñez” y añadió que existen “numerosos casos de niños que trabajan desde las 5 de la mañana hasta las 10 de la noche”.
La revista paraguaya ‘Ella’ elaboró una síntesis estadística de acuerdo a diversos estudios sobre la situación de los niños y adolescentes, de la que se desprendía que:
9 de cada 10 víctimas de explotación sexual fueron previamente trabajadores infantiles domésticos en el sistema de criadazgo. (La trata de personas en el Paraguay. Diagnóstico exploratorio sobre el tráfico y/o trata de personas con fines de explotación sexual, Luna nueva, junio 2005).
5 de cada 10 víctimas de la trata de personas trabajaban como personal doméstico antes de ser captadas por los tratantes. (Secretaría de la Mujer de la Presidencia de la República, BID, DGEEC, Programa de apoyo a la lucha contra la trata de personas, especialmente mujeres, niñas y niños, 2010).
Alrededor del 45 % de los niños o adolescentes dijo que trabajaba todos los días y un 26 % de ellos dijo que tenía menos de dos horas al día para descansar.
Muchos menores afirmaron ser maltratados por sus empleadores mediante insultos (33 %), tener que comer las sobras (20 %), golpes o patadas (12 %) o abusos sexuales (5 %).
Cerca del 50 % de los entrevistados vivía con sus empleadores o personas que no eran parientes debido a que la mayoría de los trabajadores infantiles domésticos son separados de sus familias a muy temprana edad. En un 12 % de los casos no se pudo contactar con esos parientes. (Necesarias, invisibles, discriminadas. Las trabajadoras del servicio doméstico en el Paraguay, Line Bareiro-OIT y CDE, Paraguay, 2005).
A pesar de estos datos y el dramático caso de la menor muerta a comienzos de año, el Parlamento de Paraguay aún se resiste a legislar al respecto. En mayo, una comisión integrada por los poderes ejecutivo, legislativo y judicial de Paraguay y Unicef, junto a organizaciones de la sociedad civil intentó acercar posiciones en las distintas iniciativas legislativas que existen sobre la materia.
Para el titular de la Secretaría Nacional de la Niñez y de la Adolescencia, Carlos Zárate, hay que tener en cuenta que “muchas situaciones de violencia en la niñez y la adolescencia están culturalmente aceptadas”. Y esto se aprecia también en el Parlamento, donde hay legisladores que “creen eso y que, en todo caso, es una figura que debe reformarse, pero no eliminarse”.
De esta forma, el debate está planteado, pero su resolución sigue pendiente. Mientras tanto, miles de niños siguen siendo víctimas de una moderna esclavitud.
RT Noticias