Un presidente proteccionista en el reino del libre mercado: la nueva dirección que Donald Trump da a la economía de Estados Unidos puede parecer incongruente, pero las restricciones al comercio tienen una larga historia en la Casa Blanca, informó la Agencia AFP.
Mucho antes de que Trump amenazara a China y México con barreras comerciales, otros presidentes estadounidenses han recurrido al proteccionismo, especialmente integrantes del Partido Republicano que hoy apoya fuertemente la liberalización del comercio.
El Japón de Reagan
El venerado Ronald Reagan aumentó 45 por ciento los aranceles sobre las grandes motocicletas japonesas en 1983, en momentos en que Washington acusaba a Japón de inundar su país con bienes baratos.
Cuatro años después, Reagan, quien era el paladín del libre mercado en oposición a la economía planificada de la Unión Soviética, gravó algunas importaciones de televisores y computadores nipones con 100 por ciento de impuestos, tras imponer cuotas de importación a los autos y el acero de Japón.
Republicanos vs oro
En 1971, el republicano Richard Nixon puso fin al patrón oro —la convertibilidad del dólar estadounidense en ese metal— e impuso 10 por ciento de recargos a las importaciones para alentar a sus socios comerciales a revalorizar sus monedas.
Olvidado tras el triunfo de la ideología del libre comercio en los últimos 25 años, estos golpes de proteccionismo están en las raíces del Partido Republicano.
“Desde su fundación y durante décadas, el Partido Republicano ha sido el partido de los aranceles altos basado en la idea de que Estados Unidos necesitaba desarrollar su capacidad industrial”, dice el historiador Eric Rauchway, de la Universidad de California.
El muro de aranceles
Fundado en 1854, el “Grand Old Party” era en aquel momento cercano a los capitanes de la industria del noreste de Estados Unidos, que buscaban protegerse contra las importaciones de Gran Bretaña, la principal potencia de la época.
Con el control de la Casa Blanca hasta poco antes de la Segunda Guerra Mundial, el partido creó un “muro de aranceles” para proteger a la naciente industria estadounidense, señala Michael Lind, autor de la historia económica estadounidense “Land of Promise” (Tierra de promesas).
Esta política no careció de detractores
Apoyadas por el Partido Demócrata, las grandes plantaciones sureñas -una industria basada en la esclavitud- bregaban por el libre comercio que les permitiría vender algodón a Gran Bretaña e importar equipamiento industrial más barato que el fabricado domésticamente.
No obstante, bajo el liderazgo republicano, el proteccionismo estadounidense se arraigó en la primera mitad del siglo XX, y se intensificó en los años previos y durante la Gran Depresión.
Vuelta a los 30’s
La ley Smoot-Hawley de 1930 impuso aranceles sobre más de 20 mil productos importados, empeorando los males del momento.
Algunas reliquias de la época han sobrevivido hasta el presente. La ley “Compre estadounidense” de 1933 obliga al gobierno federal a favorecer las compras de bienes ‘Made in USA’.
Con los cimientos de la industria europea y japonesa devastados con la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos viró radicalmente hacia un nuevo paradigma.
Retroceso comercial
Las corrientes proteccionistas reaparecieron en la década de 1970, cuando la industria de Japón y Alemania retomó impulso. Volvieron a tener un empuje en los años 80, cuando Estados Unidos sufrió una profunda recesión entre 1980 y 1982.
“La idea de que ante una crisis económica deberíamos regresar a algún tipo de proteccionismo siempre ha tenido capacidad de seducción”, considera Rauchway.
Y a medida de que Estados Unidos se volvió más fuerte, el proteccionismo vernáculo cambió de apariencia, menos preocupado por incubar la industria local que en mantener fuera a productos más baratos.
Al fustigar a China y retirarse el Acuerdo Trans Pacífico (TTP), Trump parece haber adoptado esta línea de pensamiento.
“Es el proteccionismo defensivo que Trump está resucitando”, dice Lind.