El desierto de Taklamakán, ubicado en el noroeste de China, podría destruir el mito de que en el desierto no hay agua. Un equipo de científicos sugiere que bajo la cuenca del Tarim, ubicada en ese lugar, se esconde un océano entero.
El mismo actuaría como un importante sumidero de carbono, absorbiendo dióxido de carbono y previniendo un mayor calentamiento global, según informaron el sábado medios de comunicación.
Nunca antes la gente se atrevió a imaginar que bajo la arena podría haber tanta agua. Nuestra definición de desierto podría cambiar, dijo el profesor Li Yan.
Un equipo de investigadores que estudiaba la cantidad de dióxido de carbono en el aire del desierto, se sorprendió al descubrir que grandes cantidades de gases de efecto invernadero iban desapareciendo en la cuenca del Tarim.
La explicación más probable es la que recientemente apareció publicada en la revista Geophysical Research Letters, que afirma que podría tratarse de un océano subterráneo con más agua que todo el conjunto de los grandes lagos de Norteamérica.
“Nunca antes la gente se atrevió a imaginar que bajo la arena podría haber tanta agua. Nuestra definición de desierto podría cambiar”, dijo al diario South China Morning Post el profesor Li Yan, quien dirigió el estudio en la Academia China de Ciencias.
La cuenca es un valle que recoge agua de sistemas de drenaje, como la que se ha derretido y corre desde las montañas cercanas cubiertas de nieve. Dos cadenas montañosas bordean la cuenca del Tarim: las montañas de Tian Shan en el norte y las de Kunlun en el sur.
Sin embargo, en la cuenca del Tarim no se ve nada de agua. Según los científicos, eso puede explicarse por el hecho de que los lugareños recogen la mayor parte del agua fundida para el riego de cultivos. El resto, o bien se filtra en el suelo o se evapora en el aire seco del desierto.
El equipo de científicos visitó cerca de 200 lugares diferentes en todo el desierto para recoger muestras de agua subterránea. Luego midieron la cantidad de dióxido de carbono en cada muestra y descubrieron que contenía altas concentraciones del mismo. Tal cantidad es suficiente como para sugerir que el suelo estaba absorbiendo anualmente alrededor de 5000 millones de kilos de gas de efecto invernadero.
HispanTV