Andrew Puzder lo tiene claro: “Me gustan las chicas bonitas que comen hamburguesas en bikini”. Sea porque Donald Trump eligió a este magnate de la comida rápida por sus gustos culinarios, por oponerse a subir el salario mínimo, por preferir las máquinas a sus empleados (porque no piden vacaciones) o por defender la desregulación laboral, lo cierto es que Puzder se ha convertido en el último problema de un Gabinete lleno de figuras polémicas.
Nombrado hace dos meses secretario de Trabajo, su confirmación está tardando mucho más de lo previsto. Su comparecencia ya ha tenido que ser aplazada en cuatro ocasiones. El presidente ejecutivo de la cadena de restaurantes CKE se resistió a presentar la documentación necesaria para someterse al escrutinio de los legisladores. El Senado le pedía informes detallados sobre sus activos (su parte del negocio está valorada entre diez y cincuenta millones de dólares) y un plan sobre cómo iba a abandonarlos para impedir conflictos de intereses. A Puzder le costó separarse de su fortuna y acatar los criterios del comité de ética. Tras aportar nueva documentación, la fecha de su comparecencia se ha fijado para el 16 de febrero.
Esta semana además, Puzder ha reconocido haber empleado durante años a una trabajadora sin papeles en su casa. “Cuando supimos su estatus, inmediatamente pusimos fin a su contratación y le ofrecimos ayuda”, explicó en una nota remitida por la Casa Blanca a la cadena NBC, que sacó la información. En 1994, una revelación parecida se cargó el nombramiento de Zoe Baird, la candidata de Bill Clinton al Departamento de Justicia (el famoso “Nannygate”). Aquí no se sabe muy bien qué va a pasar.
El aspirante a la cartera de Trabajo tiene revolucionados a los sindicatos por sus declaraciones incendiarias. Cuando California propuso en abril del año pasado subir el salario mínimo a 15 dólares la hora (a nivel federal está a 7,25 dólares) el empresario no ocultó su descontento. “¿Cómo voy a pagar a alguien 15 dólares por servir helados?”.
A las reivindicaciones salariales, Pudzer ofrece una solución alternativa: invertir en automatización porque las máquinas “siempre son educadas, nunca se toman vacaciones ni llegan tarde” y nunca plantean problemas “de discriminación por edad, sexo o raza”, declaró en una entrevista a Business Insider.
Andrew Puzder, de 66 años, abogado de formación, es desde el año 2000 presidente ejecutivo del imperio de comida rápida CKE Restaurants. Bajo la batuta de Puzder, CKE se ha convertido en un gigante que da trabajo a 100 mil personas en 3 mil 700 establecimientos repartidos por todo Estados Unidos y genera una facturación de 4 mil 300 millones de dólares al año.
Fuente: Sin Embargo