El fantasma de Joseph Goebbels, el eficaz y fanático ministro de Propaganda de Hitler, reapareció en Alemania para protagonizar una inédita polémica que ha enfrentado desde hace dos semanas ante un juez de Múnich a la multinacional editorial Penguin Random House y a los herederos del líder nazi, representados por la abogada Cordula Schacht, quienes reclaman a la editorial el pago de derechos de autor por la utilización de algunos extractos de los diarios personales de Goebbels en una biografía escrita por el historiador alemán Peter Longerich.
El libro, publicado en alemán en 2010, debería llegar en inglés a las librerías británicas el 7 de mayo próximo, pero su venta depende ahora de lo que decida el juez. En septiembre del año pasado, la abogada, quien es también la albacea de los derechos de autor de Goebbels, presentó una demanda en la que exige a la editorial británica el pago de seis mil 508 euros.
Aunque la cifra es menor, la demanda provocó una polémica en Alemania donde varios medios se preguntaron en voz alta si es legítimo ganar dinero con los escritos de un criminal nazi. La sentencia del juez posiblemente le dará la razón a la albacea, quien ya habia tenido éxito en negociar el pago de los derechos de autor, cuando la editorial británica anunció que publicaría la biografía escrita por Longerich. Para evitar problemas legales, la editorial ofreció a la abogada el pago del 1% sobre las ventas del libro.
Pero, por razones que aún se desconocen, el representante legal de la editorial, Reiner Dresen, intentó hace un año dejar sin efecto el acuerdo con un argumento categórico. “Estamos convencidos de que ningún dinero debe ir a parar a los herederos de un criminal nazi. Seria inmoral”. Pero Dresen intentó llegar a un acuerdo con Cordula Schacht y se ofreció a pagar los honorarios, siempre y cuando el dinero fuera a parar a una organización humanitaria. La albacea se negó.
La disputa legal dejó al desnudo un oscuro capítulo de la tragedia alemana y revivió el rol que jugó en el pasado, el abogado y banquero privado suizo François Giroud. Pocos alemanes conocían la vida, obra y milagros de Genoud, quien nunca escondió, a lo largo de su vida, su idolatría por Adolf Hitler, al que conoció por casualidad en Bonn en el otoño de 1932 cuando sólo tenía 17 años. “Su generación construirá Europa” le dijo el Führer al joven. Genoud le dio la mano y, a partir de ese momento, se convirtió en su admirador incondicional, una pasión que le ayudaría para acumular una gran fortuna.
Un año después del encuentro, Hitler se convirtió en dictador gracias al voto libre y secreto de los alemanes y, después de convertir a Europa en un devastador campo de batalla, se suicidó el 30 de abril de 1945, en la soledad de su Bunker en Berlin. Genoud, en cambio, hizo carrera en Lausanne, se casó, nunca dejó de simpatizar con el nacional socialismo y diez años después del fin de la guerra tuvo éxito en concretar un acuerdo genial.
En 1955, el abogado suizo logró persuadir a los herederos de Joseph Goebbels, para que le cedieran los derechos de autor de todos los escritos que dejó el agitador nazi. A cambio, el abogado prometió a la familia repartir las ganancias en partes iguales.
En el mes de agosto de ese año, el astuto abogado logró que una corte de Berlin reconociera sus derechos sobre los derechos de autor de Goebbels, una acción que lo convirtió en propietario de una herencia monumental: unas siete mil páginas escritas a mano y otras 50 mil mecanografiadas hasta el fin de la guerra. Pero la mayoría de los escritos de Goebbels habían ido a parar a los archivos militares de Moscú, donde permanecieron ocultos hasta 1968, cuando el escritor de la RDA, Erwin Fischer, dio con ellos.
En septiembre de 1972, Fischer logró trasladar más de 20 kilos de manuscritos y los vendió a la editorial alemana Hoffmann und Campe que logró publicar ese mismo año un primer tomo con los manuscritos de Gobbels. Fue entonces cuando François Genoud hizo valer sus derechos. A partir de ese año, todas las editoriales tuvieron que negociar con Genoud para poder publicar los textos del ministro nazi, una obligación que también afectó a la prensa y al gobierno alemán.
Cuando Hoffman und Campe vendió en 1980 el material de Gobbels al Instituto de Historia contemporánea de Múnich, que tenía planes para publicar varios tomos críticos, Gonoud volvió a recibir dinero y, en 1985, el gobierno federal se vio obligado a negociar un suculento contrato con el abogado suizo para poner en marcha los planes del Instituto de Múnich. La abogada que negoció el contrato fue Cordula Schacht.
Cuando François Genoud cumplió 80 años en 1996, decidió seguir la huella de sus héroes nazis y se suicidó con una cápsula de veneno. Antes de acabar con su vida, traspasó su tesoro a Cordula Schacht, quien también es dueña de una biografía ligada al pasado nazi de Alemania. Su padre, Hjalmar Schacht fue, durante la dictadura nazi dos veces presidente del Reichbank y también ocupó la cartera de Economía.
Mago de los medios
Han pasado 70 años del suicidio del encargado de la propaganda nazi de Adolfo Hitler y uno de los más famosos dirigentes del III Reich, Joseph Goebbels.
Nació en el seno de una familia católica el 9 de octubre de 1897 en Rheydt, Alemania y siendo el tercero de cinco hermanos; posteriormente y con tan sólo cuatro años padeció una osteomielitis que le atrofió su pierna derecha y lo obligó a utilizar zapatos ortopédicos, debido a eso años después sería rechazado para el servicio militar durante la Primera Guerra Mundial.
Estudió historia y la literatura en la Universidad de Heidelberg, se graduó en 1921 y un año después se unió a las filas del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán o Partido Nazi (NSDAP, por sus siglas en alemán) que tenía como líder al mismísimo Führer.
Desde 1924 Goebbels fue escalando posiciones en el partido nazi hasta que Hitler lo nombró líder de distrito en la capital alemana de Berlín. Y para 1927 Goebbels fundó Der Angriff El Ataque, un periódico nacional socialista semanal. Al año siguiente, fue designado por el Führer como director nacional de propaganda para los nazis. Desde ese nuevo cargo Goebbels comenzó a crear propaganda que enaltecía el nazismo.
El 1 de mayo de 1945 Alemania ya había perdido la Segunda Guerra Mundial por ello Goebbels tomó la decisión de envenenar a sus seis hijos, posteriormente él y su esposa Magda se suicidaron en el bunker de Hitler.
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