La muerte del león Cecil conmovió a todo el mundo e hizo que millones de personas exigieran que el estadounidense Walter Palmer, que pagó más de 50.000 dólares para cazar al animal, fuera llevado ante la justicia. Pero también ha atraído la atención al propio Zimbabue, un país donde anualmente mueren de hambre y enfermedades 39.000 niños de menos de cinco años.
Si Zimbabue está en boca de millones de personas de todo el planeta es por la triste historia del león Cecil; pero muchos de los que participan en el debate sobre la caza de animales salvajes olvidan que la nación africana es también uno de los países más pobres del mundo, informa el sitio web Lainformacion.com.
Su índice de desarrollo humano (IDH) fue el más bajo del mundo en 2010 y el PIB apenas alcanza los 15.000 millones de dólares a pesar de ser un país muy rico en recursos naturales y de tener una industria turística desarrollada.
El año pasado pasaron sus vacaciones en Zimbabue dos millones de turistas que dejaron en el país más de 2.500 millones de dólares. No obstante, a pesar de los grandes ingresos que aportan safari y la caza, la población zimbabuense sigue padeciendo las lacras del hambre y las enfermedades.
Según las estadísticas de Unicef, cada año en Zimbabue mueren 39.000 menores de cinco años, es decir, 89 de cada 1.000 niños son víctimas de la malnutrición y la falta de cuidados médicos.
“Vienen a ver animales, pero cierran los ojos ante la miseria humana. Con 30 euros, una ONG da de comer a un niño durante casi un año. Imagínate con los 50.000 que se han gastado en matar al león. Pero eso parece que la gente no lo ve. (…) Está mal matar a animales como estos, pero la vida de un león no vale lo que una humana. Y menos lo que 39.000 “, dice José Luis Hernández, un sacerdote español que ha vivido en Zimbabue los últimos 30 años.
RT Noticias