Cada once minutos es violada una mujer en Brasil, donde anualmente se registran 47.000 violaciones. Estas impactantes cifras y la conmoción que causó en la opinión pública el caso de una adolescente violada por más de 30 hombres el pasado mes de mayo generaron un profundo debate en torno a lo que se ha dado en llamar “cultura de la violación”, explica el periódico español ‘El Confidencial’.
La violación de esta chica de 16 años en la periferia de Río de Janeiro desató una ola de indignación en el país. Sin embargo, no se trata del primer caso de violación en grupo del que se hacen eco medios de todo el mundo. El portal recuerda que en 2013 una joven turista estadounidense y su novio fueron secuestrados en Brasil, después de lo cual la mujer fue violada durante horas por tres hombres ante su chico esposado.
Los agresores fueron detenidos y condenados a un total de 120 años de cárcel. No obstante, la ira volvió a cundir en la sociedad brasileña cuando decenas de mujeres denunciaron haber sido violadas en medio de la reinante atmósfera de impunidad. “En este caso, las autoridades han reaccionado porque era una turista extranjera y porque ha sucedido en Copacabana. Si hubiera sido una mujer negra y pobre, la Policía ni habría abierto la investigación”, dijo entonces una joven que afirmó haber sido acosada en un autobús.
Por otro lado, las brasileñas raramente denuncian las violaciones, ya que piensa que los agresores no será castigados. Solo el 35% de los casos de violencia sexual son notificados a las autoridades, escribe ‘El Confidencial’. Asimismo, no se pueden descartar otros factores como la vergüenza o el miedo, tanto ante sus familiares como ante la policía o los médicos.
“¿Practicas sexo en grupo?”
La abogada de la joven de 16 años violada en mayo declaró que el policía le preguntó a la chica si tenía por costumbre tener sexo en grupo. La defensora insistió en la idea de que, precisamente por cuestiones de ese tipo, miles de mujeres dejan de denunciar esta clase de crímenes y a sus agresores.
Según la letrada, Alessandro Thiers, titular de la Comisaría de Represión de Delitos Informáticos, estaría responsabilizando a la víctima. De hecho, Thiers ha sido alejado del caso, del que ahora se ocupa la Comisaría de la Víctima Infantil y Adolescente (DCAV).
Por aquel entonces, parte de la sociedad brasileña creía que la violación podría haber sido consensuada. De hecho, decían que la chica, supuestamente, solía comprar drogas y tenía una relación con un narcotraficante.
‘Cultura de la violación’ en la política brasileña
La cuestión parece aún más grave a tenor de lo que piensan los que llevan las riendas de la nación sobre las violaciones y derechos de la mujer en general.
A finales de 2014, el diputado ultraderechista Jair Bolsonaro le espetó a una diputada del Partido de los Trabajadores (PT): “No la violo porque no se lo merece”, desatando una ola de criticas. Sin embargo, Bolsonaro no fue castigado de manera formal.
Algunos pasos dados por la presidencia de Michel Temer, entre ellos la disolución de los ministerios de Igualdad Racial y de Derechos de la Mujer, fueron condenados fuertemente por la sociedad brasileña. La primera decisión del hombre que asumió el cargo tras la destitución de Dilma Rousseff –formar un gobierno con 24 ministros, todos hombres y blancos– tampoco tardó en provocar fuertes críticas.
El también candidato a la alcaldía de Río de Janeiro en las elecciones de octubre, Pedro Paulo Teixeira, fue acusado de pegar puñetazos y patadas a su mujer, “algo que el gabinete de prensa del actual alcalde, Eduardo Paes, reconoció tarde y mal”, escribe el medio español, que evoca la necesidad de que se produzca “un despertar colectivo de la sociedad brasileña”.
Este despertar debería incluir un cambio en la reacción de la autoridades y de la sociedad ante las violaciones, un cambio de actitud de las mujeres violadas, que deberían denunciar a su atacante sin miedo a ser juzgada, y, tal vez, un cambio en la percepción de las mujeres en general.
Fuente: RT