Los migrantes mexicanos en Estados Unidos constituyen el grupo social que menos tensiones psicológicas desarrolla frente a diversas situaciones, entre ellas la relacionada con el desempleo; esto no significa que su salud mental no se encuentre comprometida por factores culturales o el entorno, plantearon especialistas de la UNAM.
Al respecto, Maritza Caicedo Riascos, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS), aseguró que la migración de mexicanos hacia la Unión Americana no es la causante de sus tensiones psicológicas, sino otros factores, como el contexto de recepción.
Las políticas que hay en torno a esa movilidad humana, a las condiciones de trabajo en que llegan y el soporte que pueden recibir en su comunidad, así como el contexto de recepción, no siempre es positivo. Es un proceso con un peso muy alto de personas indocumentadas que no son bien recibidas y que en muchos casos son discriminadas.
En base a sus estudios, la universitaria señaló que a pesar de esos factores, que podrían generar problemas de salud mental de diversa índole, existe una paradoja: los migrantes mexicanos gozan de mejores niveles de salud mental que otras poblaciones analizadas, como anglosajones, afroestadounidenses y demás grupos de hispanos.
Al respecto, Rosa María Aguilera-Guzmán, también del IIS, expuso que ello se debe a que los mexicanos en Estados Unidos han logrado recrear ciertos factores de protección, principalmente culturales, como diversos platillos gastronómicos, la convivencia familiar y, con ello, la preservación de valores que les permite no padecer, tan acentuadamente, episodios de depresión y ansiedad.
Sin embargo, aclaró, si bien la primera generación tiene una baja prevalencia de problemas psicológicos, la siguiente empieza a evidenciarlos.
Entre mayor tiempo de permanencia tenga uno en el país receptor, en este caso la Unión Americana, se ve una relación directa con un deterioro en su salud mental. Se empiezan a relajar los valores de casa y, por otra parte, hay presión de grupo y de consumo; entonces, el indocumentado se siente frustrado porque considera que logrará el sueño americano y al final nunca dejará de ser un extranjero en ese territorio.
Además del relajamiento de los factores de protección, los migrantes que regresan a sus lugares de origen, voluntariamente o deportados, lo hacen con sentimientos de fracaso, estigmatizados y criminalizados por haber estado en calidad de indocumentados y, en su mayoría, con problemas de consumo de alcohol y sustancias tóxicas, lo cual deteriora tanto su salud mental como la de sus familiares.