La población en las cárceles de Brasil ha aumentado y el tráfico de drogas es uno de los motivos de ese crecimiento, ya que sólo entre 2005 y 2013, los presos por tráfico de drogas se incrementaron en un 60 por ciento.
Como no existe la distinción clara entre consumidor y traficante, el microtraficante acaba siendo condenado por tráfico a penas de cinco años, seis años, a veces con un gramo, tres gramos. Es la misma pena la que se da al pequeño que al gran traficante
Según datos del Departamento Penitenciario Nacional del Ministerio de Justicia de Brasil (Depen/MJ), el número de presos relacionado con las drogas pasó de los 50.000 a los 150.000 en ese período.
Precisamente, la relación entre drogas y la población de las cárceles fue el tema de un debate hecho por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) el pasado lunes, según informó Agencia Brasil.
El coordinador general de Alternativas Penales de Depen/MJ, Victor Martins Pimenta, explicó que el número de personas presas por crímenes asociados al tráfico de drogas representa el 46 por ciento de ese número, lo que hace posible decir que sin cambios en la política carcelaria es imposible hacer una revisión de la política de encarcelamiento en masa.
La especialista del programa del PNUD para el área de Justicia y Derechos Humanos, Moema Freire, recordó que la ley brasileña establece la distinción entre consumidores y traficantes, pero que la falta de criterios bien definidos ha dificultado la diferenciación y ha impactado en el aumento de la población dentro de las prisiones.
“Muchas veces, a la hora de aplicar esa legislación se acaba optando por una aplicación más restrictiva y punitiva de la ley, aumentándose así la cantidad de personas clasificadas como criminales y que, cuando reciben tratamientos de salud o penas alternativas, acaban siendo tratadas dentro del sistema de prisiones, lo que ha contribuido a agravar la situación carcelaria en el país”, ha añadido Freire.
Por su parte, la procuradora de Justicia, Maria Tereza Gomes, resaltó que la legislación sancionada en 2006, ha supuesto la despenalización del consumo y ha aumentado de tres a cinco años la pena mínima para el tráfico.
“Como no existe la distinción clara entre consumidor y traficante, el microtraficante acaba siendo condenado por tráfico a penas de cinco años, seis años, a veces con un gramo, tres gramos. Es la misma pena la que se da al pequeño que al gran traficante”, declaró Gomes.
HispanTV