Olvídense de Nueva York, Milán y París: con casi 2 mil nativos de distintas partes del mundo, exhibiendo sus más finos atuendos tradicionales en los Juegos Mundiales de los Pueblos Indígenas, no hay pasarela en el mundo que pueda competir.
Abarrotada de plumas tropicales, envuelta en incontables cuentas y coronada por tocados que parecen merecer sus propios códigos postales, la ciudad anfitriona se ha ganado el título de capital mundial de la moda, al menos durante los nueve días que dure este evento.
Son tantas las pintas audaces que a los visitantes les resulta difícil saber hacia dónde mirar. Las miradas saltan de un grupo de mujeres bolivianas con sombreros hongo, a unas bailarinas de Canadá en suaves vestidos de gamuza de los que guindan ornamentos metálicos y un grupo de indios Kamayura de Amazonas cuyos tocados parecen enormes telarañas hechas de plumas.
No son sólo los participantes indígenas los que disfrutaban de la acción sartorial.
Los espectadores, la mayoría residentes de la tranquila ciudad de Palmas, se pararon en fila para hacerse tatuajes temporales, incluidos diseños de pies a cabeza que usan muchos nativos brasileños.
Los tocados han resultado ser otro producto popular entre los vendedores indígenas que ofrecen de todo, “silbatos de nariz” hasta un caimán casi de tamaño real hecho artísticamente de un tronco de árbol quemado.
Entre las adolescentes, los tocados hechos de plumas de guacamaya eran el accesorio que no podía faltar.
Información de El Universal