Se jubila fiscal, aplicó Cámara contra violadores y prisión vitalicia

La fiscal Liliana Ferrari instaló por primera vez la Cámara Gesell en Comodoro Rivadavia. Años después ese método de entrevista fue incorporado al Código Penal. En 2014 consiguió la primera condena en el país a un violador de trabajadoras sexuales y culminó su carrera consiguiendo la prisión perpetua para el violador serial Miguel Pallalaf en el caso Yasmin donde primó la prueba científica, ante la falta de testigos. Sostiene que hay que seguir en ese camino de investigación científica en las acusaciones.

Liliana Ferrari habla en presente con Letra Roja. Le cuesta entender que está jubilada del Ministerio Público Fiscal y que ya no seguirá al frente de la Agencia de Delitos Sexuales.

Su adiós al trabajo no fue la prisión perpetua a Miguel Pallalaf en el caso Yasmin Chacoma, sino un alegato más a principio de mayo en donde al imputado le declararon la responsabilidad penal. “Me fui ganando”, cuenta. Todos los días eran así para ella, buscaba lograr justicia por esos niños, adolescentes y mujeres a quienes les habían metido un balazo en la psiquis para siempre.

Ella también el miércoles adherirá a la movilización por la violencia de género y gritará: “Ni una menos”.

“Históricamente ha habido violencia sobre las mujeres, siempre silenciada, bajo la hipótesis de que “algo habrá hecho” para que la maltraten, degraden y abusen. Así sintiéndose culpables y merecedoras de castigos soportan en silencio los maltratos.

La sociedad en general debe tomar conciencia que nada justifica el maltrato, y las mujeres deben ser protegidas frente a las denuncias y sostenidas para que al cabo de un tiempo, cuando desaparecieron los golpes y el dolor, no vuelvan con el maltratador” explica.

Ferrari sostiene que Argentina tiene leyes para la protección de la violencia familiar y que adherimos a la convención Belém Do Pará, Brasil, para erradicar la violencia contra la mujer.

LA PRIMERA

Liliana Ferrari fue la fiscal que allá por mediados de los 90 innovó con la construcción de una Cámara Gesell en el edificio que la Fiscalía tenía en el edificio “La Muñeca”. Dice que le costó hacerle entender a los jueces que ese lugar era el más indicado para que los niños dieran testimonio de las atrocidades que los atormentaban.

Buscó material sobre el tema, indagó sobre cómo debía ser construido y decorado y cómo disimular los micrófonos entre los botones de las cortinas.

Aquel método de entrevista a víctimas menores de abusos finalmente fue incorporado al Código Procesal Penal en 2006. Para eso, Liliana ya lo había implementado en Comodoro hacía tiempo.

No fue su única innovación sino que el año pasado se convirtió en la primera fiscal en acusar y lograr una condena a un masajista violador de trabajadoras sexuales, Miguel Aparicio, el atleta de Caleta Olivia que acechaba Comodoro Rivadavia.

“No hay casos en el país”, sostiene. Aparicio tiene cuatro causas por abuso sexual con acceso carnal y robo, y se lo juzgó por dos de ellas.

Liliana Ferrari lo investigó junto a la ayuda de la división especializada de la Brigada que conducía Pablo Carrizo, como un violador serial y violento. Es que atropelló a una mujer con el mismo vehículo que solía utilizar para cometer sus delitos. “Empecé a buscar antecedentes de violación en prostitutas en el país y no encontré”, refiere Ferrari.

“Ella (la trabajadora sexual) puede pactar un precio por un servicio sexual. Pero todo lo que exceda de ese precio es delito. No es que ella sube al vehículo y pueden hacer lo que quieran con ella. Subió al vehículo para hacer esto, está bien. Pero si después le ponen un arma en la cabeza para que haga otra cosa, es un delito. Son mujeres y tienen derecho. Muchas de ellas fueron obligadas a trabajar por las situaciones económicas, pero esto no significa que son objeto de cualquier cosa”, sostiene.

Nació en Córdoba donde estudió y se especializó en derecho penal. Llegó a Comodoro en los 80 junto a sus dos hijos y el padre de ellos. Trabajó como profesora en educación de adultos y luego en un estudio jurídico, para finalmente ingresar en 1991 a la Fiscalía. Buceó por el proceso inquisitivo, el mixto y el nuevo Código de Chubut, que se ha constituido ejemplo a nivel nacional.

“Hoy tenemos mucho. No tenemos todo lo que necesitamos, pero tenemos un gabinete de criminalística muy especializado, comparadores balísticos, un laboratorio forense de primera generación. En aquellas épocas todo esto no existía. La investigación se sofisticó en cuanto a lo técnico y a lo científico. Ya no deberías depender del testimonio de la gente, que se mueve mucho. En cambio se debería buscar la prueba científica, que es irrefutable. El caso Yasmin fue un caso ejemplo de ello. Fue un caso científico. No tuvimos testigos presenciales. Si no teníamos la prueba científica, con las otras pruebas no llegábamos a la condena”, dimensiona Ferrari.

Cree que no está bien implementado el sistema de protección de testigos. Y que a veces no se hace uso del anticipo jurisdiccional de prueba.

Pide que el Poder Ejecutivo articule políticas para ayudar a las madres que se quedan sin el sostén de hogar cuando se denuncia a un abusador. “El Estado debe sostener el grupo familiar para que se rearme sin la presencia del abusador. Que las madres crean en las palabras de los niños”, pide.

“Vuelve a violar”

“En los delitos sexuales, hay mucho para hacer. Avanzamos un montón. Un tocamiento aunque sea furtivo es delito. Y es importante que se condene porque esa persona que fue víctima se siente ultrajada”, advierte Ferrari.

Con respecto a las víctimas, le han confesado que se recuperan luego de un largo proceso. “Es muy importante la condena, pero también hacer un tratamiento psicológico”, resalta.

Frente a los abusadores, sostiene que hay un altísimo nivel de reincidencia. “El abusador para tener por lo menos perspectiva de reinserción y de no reincidencia debería tener un tratamiento psicológico especializado. Para lograr la no repetición de las conductas, que en algunos de ellos es casi como una compulsión”, propone.

Explica que no cualquiera puede matar y violar. Ferrari confiesa que le preguntó a Gabriela Córdoba -capturada por un hombre que la sometió a ultrajes en medio del campo- por qué no lo mató. “Han pasado tantos días, en un momento él se dormía, tenía cuchillo, yo le pregunté ‘¿Gabriela por qué no lo mataste?¿ Y ella me contestó: ‘¿Yo no lo puedo matar’. No lo podía matar. No cualquiera puede matar, tampoco cualquiera puede violar”, grafica.

“La castración no soluciona el problema. Porque hay otras maneras de abusar, sin entrar en detalles. No hay una solución a nivel mundial”, se resigna.

De todos modos, en Comodoro Rivadavia ella dejó una red de policías, investigadores, médicos, enfermeros y docentes, especializados en detectar los casos de abusos. Tendrá el teléfono abierto para quien la necesite, e incluso para seguir trabajando por la problemática de abusos sexuales.

Fuente: Elpatagonico.net