Takanakuy, la polémica tradición de celebrar la Navidad a golpes en Perú

En Navidad todos los problemas se arreglan a golpes en Santo Tomás.

El 25 de diciembre es el día del año que muchos esperan con ansias en esta ciudad del sur peruano. Es tiempo de Takanakuy, una palabra quechua que significa “golpearse entre sí”.

Si tienes rencillas con alguien, lo puedes convocar a limar asperezas a puño limpio en la plaza de toros de este pueblo. Sales al medio del coliseo y dices su nombre.

Si el convocado se acerca significa que acepta el desafío.
Cómo funciona
Las reglas son claras: sólo valen puñetes y patadas. Está prohibido sujetarse, atacar por la espalda, tirarse encima del oponente o seguirle golpeándolo cuando ya ha caído.

Las peleas duran, en promedio, tres minutos y terminan con un abrazo de los peleadores.

Con esta lucha se pone fin al conflicto. Como dicen, es Navidad, tiempo de paz. Aunque, realmente, el origen de esta tradición no sea muy santo.

Los luchadores se enfrentan para resolver desavenencias surgidas en el año. Por lo general, se trata de hombres jóvenes, aunque también se presentan mujeres.

Según Víctor Laime, un poblador que ha investigado el tema, esta costumbre surgió en la colonia, cuando los españoles hacían luchar a sus esclavos por diversión, como si fueran gallos de pelea, el 25 de diciembre.

Al término del dominio español, el Takanakuy se fusionó con la Huaylía, que son cantos y danzas de resistencia inca, y se transformó en un mecanismo para resolver sus desavenencias y mantener vivo su espíritu guerrero.

“Durante muchos años estuvimos olvidados, no habían autoridades judiciales ni policiales, por lo que así era como resolvíamos nuestros problemas”, explica Florentino Laime, exalcalde de esta localidad.

Santo Tomás se ubica a siete horas de la capital de Cusco, en el sur de Perú. Su altura es de 3.481 metros sobre el nivel del mar.

“Antes que la Navidad”
“Muchos critican que nos agarremos a trompadas el 25 de diciembre, pero yo conozco nada más salvaje y egoísta que cenar bien y darse regalos mientras que otros, al lado de tu casa, no tienen qué comer. Además, nosotros celebrábamos el Takanakuy antes que la Navidad, que es una costumbre occidental y capitalista, que no nos representa”, sostiene Florentino Laime.

La noche previa a la pelea comunal, la población baila, canta y bebe en las casas de quienes auspician esta celebración. A ellos se les llama padrinos y son distintos cada año.

Los que siguen la tradición al pie de la letra, usan máscaras de lana, tocados de animales disecados y botas.
Al día siguiente, al promediar el mediodía, todos acuden a la plaza de toros. Van los curiosos, los luchadores y los que prefieren seguir bailando y cantando como una forma de catarsis.

Usan máscaras de lana, botas y tocados de animales disecados. Gritan imitando el sonido de los gallos.

Las peleas son voluntarias, nadie es obligado a pelear, así que quien sea convocado puede ignorar el desafío.

Aunque ello, según las reglas del Takanakuy, significa que reconoce la superioridad del contrincante, explica Mario Fernández Hernández, uno de los 40 miembros de las Rondas Campesinas de Santo Tomás que actúan como réferis en estos encuentros.

Las rondas campesinas son organizaciones comunales que existen en diversas poblaciones rurales del Perú para combatir la delincuencia.

El honor
Si ignoras el llamado a pelear, tienes la opción de que un familiar o amigo salga a defender tu honor.

Entonces, tu contendiente decidirá si mide fuerzas con tu representante o escoge que alguien más lo haga por él.

Hay familias enteras que se enfrentan a otras con el fin de que las desavenencias se zanjen definitivamente.

Es decir, si a tu papá le pegan, puedes salir a defenderlo. Si a ti tampoco te va bien, tu mamá puede tomar la posta y así, sucesivamente, hasta que ambas partes se den por satisfechas.

Los miembros de las rondas campesinas usan correas y látigos de cuero para controlar al público y a los luchadores.
Las peleas no son grupales, se dan de uno en uno, con rivales de estatura y complexión similar.

Los únicos que no son admitidos son los niños. El año pasado el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables criticó la participación de menores de edad.

Al respecto, Florentino Laime, sostiene que esa situación no se da en Santo Tomás sino en otras zonas del país, como en Cusco y Lima, en donde esta costumbre “se ha tergiversado”, pues se realizan peleas por apuestas y los luchadores cobran por participación.

Además de querer resolver altercados, hay quienes convocan a sus contrincantes sin otro objetivo que medir fuerzas, como si fueran gallos de pelea, señala Federico Araujo, ex peleador.

Es válido. Solo deben tener la suerte de que alguien acepte el reto.

Lo que no se permite es el ataque artero. Si no haces una lucha limpia, de nada servirá que ganes. Nadie reconocerá tu victoria y eso es peor que ser vencido.

Se estima que este año sucederán alrededor de 40 contiendas, aunque en otras oportunidades se han dado hasta 80 combates.

El club andino de la pelea proseguirá hasta el 6 de enero, cuando se celebra la Bajada de Reyes, buscando hacer las paces en esta ciudad y en otras poblaciones cercanas.

BBC Mundo/Animal Político