La violencia preelectoral que ya se ha cobrado la vida de más de 20 políticos y muchos ciudadanos, está lejos de terminar. Una parte significativa de los mexicanos lleva ya casi una semana enfrentándose contra la policía para impedir “las elecciones más sucias” en la historia de México. A su vez, el Gobierno, aunque pretende dar la imagen de que sigue negociando con los maestros en el sur del país, envía cientos de militares a la zona.
México de por sí vive tal vez los peores años desde el punto de vista de la seguridad, pero de cara a las elecciones federales intermedias, la violencia se desencadenó aún más, causando miedo tanto entre candidatos y funcionarios responsables por la organización del voto, así como entre los electores. “Son las elecciones más sucias desde la aparición de la democracia en México”, asevera el profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Raúl Benítez, citado por Reuters.
menos siete precandidatos, candidatos y nueve funcionarios y responsables de campañas fueron asesinados, y otros 20 candidatos se vieron forzados a abandonar sus respectivas campañas, perseguidos e intimidados por los cárteles, según la agencia. En la ocasión más reciente, dos colaboradores de la candidata del partido opositor PRD, Ana Julia Hernández Pérez, resultaron heridos gravemente al ser baleados el viernes en la ciudad de México, según Aristegui Noticias.
Pero los que más han sufrido son los electores, ya que los delincuentes vinculados con el narcotráfico se han activado para sembrar el terror entre ellos. Solo en el estado de Guerrero, después de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa a finales de septiembre pasado, se ha desatado una ola de violentas protestas, y por si fuera poco, sólo en mayo 20 personas fueron secuestradas por narcotraficantes en el azotado municipio de Chilapa.
Una semana de violentos enfrentamientos
Además, en vísperas de las elecciones, con el fin de impedir la “farsa electoral”, se intensificaron las protestas en los estados de Oaxaca, Chiapas, y especialmente en Guerrero, donde enfrentamientos violentos entre maestros y policías apoyados por soldados, dejaron 10 lesionados el viernes en el municipio de Tlapa, y otros seis, incluyendo dos policías y dos reporteros, resultaron heridos en un enfrentamientos en entre manifestantes, padres de normalistas y policías en el municipio de Tixtla, el mismo día.
En Chiapas, el viernes se cumplió la quinta jornada consecutiva de protestas de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), en el marco de las cuales realizaron marchas, bloquearon el acceso a instalaciones de la petrolera estatal Pemex, dejando sin gasolina al estado vecino de Oaxaca y se enfrentaron con policías federales y estatales, intentando bloquear carreteras, informa ‘Proceso’. En la capital del estado, saquearon oficinas de todos los partidos políticos y del Instituto Nacional Electoral, quemando documentación.
En Oaxaca, donde los maestros habían tomado el aeropuerto estatal esta semana, los manifestantes llegaron también a tomar la central de autobuses en la capital del estado. Además, en total se mantuvieron en toma 11 Distritos Electorales, una planta de almacenamiento de Pemex, y se dieron bloqueos en varias carreteras interestatales. En Michoacán existe la intención de bloquear el acceso a las casillas para impedir el voto, expresaron varias comunidades indígenas.
Mientras todavía siguen las negociaciones con los maestros, el Gobierno aplica la fuerza
La respuesta del Gobierno Federal, anunciada también el viernes después de negociaciones con el magisterio, fue enviar al sur y sudeste del país, en particular al estado de Oaxaca, personal del Ejército, la Marina y la Policía Federal para participar en un operativo con el fin “de que todos los mexicanos puedan acudir a las urnas”.
Pero no solo son los maestros quienes buscan realizar el boicot de las próximas elecciones, donde se elegirán nueve gobernadores, así como los miembros de la Cámara de Diputados de 16 congresos estatales y de 1.009 ayuntamientos. Esta idea encuentra un amplio apoyo entre los mexicanos por todo el país y el propio INE pronostica que el porcentaje de participación esperado para estas elecciones rondará tan solo el 40 por ciento, algo que señala la profunda desconfianza de los mexicanos en sus políticos.